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José Luis Pantoja Vallejo

Obituarios

Manuel Uceda Morales. Un gran luchador y hombre de inmenso corazón.

Manuel Uceda Morales. Un gran luchador y hombre de inmenso corazón.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El pasado día 3 de julio fallecía tras 6 meses y tres días de sufrimiento en el Hospital Doctor Sagaz de Jaén el loperano Manuel Uceda Morales. Un 30 de diciembre cuando preparaba con gran ilusión la llegada del nuevo año con sus nietos y familia, sufrió un atropello cuando se disponía a cruzar un paso de peatones en la vía pública que a la postre le sesgó la vida. Manuel   fue el mayor de una familia de 2 hijos (Manuel y José), sus padres fueron José Uceda Cerrillo y Teresa Morales Vaquero. En 1960 se casó con Carlota Oviedo Gutiérrez, fruto de cuya unión nacieron dos hijos, José y Teresa. Parte de la Guerra Civil Española lo pasó junto a su familia en Úbeda y cuando volvió a Lopera se trasladó a Madrid donde trabajó durante un tiempo en la obra y en también sufrió el fenómeno de la emigración al trabajar en Alemania en una fundición de piezas para coches. De vuelta a Lopera comenzó a trabajar en las tareas agrícolas como tractorista en Verdejo y también para Pepa la Notaria y como camionero en la empresa de Porcuna de terrazos Ortega. Asimismo Manuel trabajaba en los fines de semana haciendo bodas como camarero con Luis Pérez “El Picaor”. Durante algunas temporadas también se trasladó a Guadalajara para trabajar en la siega. Una de sus grandes aficiones era pasar gran parte del día en sus olivos del Arroyo el Estanco donde le gustaba sembrar un pequeño huerto para el gasto familiar donde cultivaba alcauciles, habas y lechugas. Sus ratos libres lo invertía en realizar espuertas de pleita y alforjas para las motos. También le gustaba pasar buenos ratos de tertulias en la cochera de su amigo Juan Huertas “El Perruno” donde departía con José Alcalá “Pepín”, Manuel Valenzuela “El Marrilla”,  Luis Díaz, Antonio Sevilla “Boxea”, Leonardo Romero, Luis Díaz, Bartolomé Vallejo y un largo etcétera. Su gran pasión era su familia por la que se desvivía. Manuel fue muy devoto de la Virgen de la Cabeza y siempre que podía le gustaba ir al Santuario para verla. Fue un hombre muy querido por todos sus vecinos, los cuales siempre lo recordarán pues siempre fue muy servicial y cariñoso con todos. Durante el otoño pasaba gran parte del día recogiendo las hojas de los árboles de la plazoleta de San Cristóbal. Su imagen con una caja atada a uno de sus pies y escobón en mano nunca la olvidarán sus vecinos. El verano lo pasaba con su hija Tere y sus nietos Pedro José y Carlos en Playa de Haro, aunque él siempre le gustaba estar en su Lopera y pasar buenos ratos con sus nietos Manuel y José y con sus amigos y familiares. Después de haberse operado de las dos rodillas y de cataratas y cuando ya estaba muy contento con todo, el destino le jugó una mala pasada y le privó de todos sus proyectos. Le encantaba pararse con todo el mundo y en el especial con los niños, a los que le gustaba darle caramelos y lo querían con locura. Siempre lo recordarán como un hombre con un inmenso corazón. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Francisco Galán Vera. Fue un hombre muy afable y dicharachero

Francisco Galán Vera. Fue un hombre muy afable y dicharachero

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Francisco Galán Vera, conocido por todos como “El Churrascao” sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue segundo de una familia de 3 hijos (Brígida, Francisco y Juan), sus padres fueron José Galán Arenas e Isabel Vera Castro. En 1929 se casó con Leonor Salas García, fruto de cuya unión nacieron cinco hijos, Isabel, José, María, Rafael y Eduardo. Parte de la Guerra Civil Española los pasó junto a su familia en Úbeda y un año lo pasó  combatiendo en el frente. Tras la Guerra Civil volvió a Lopera y  comenzó a trabajar en las tareas agrícolas de la recogida de la aceituna en el pago de Las Matillas de Torres y también fue el capataz durante cuarenta años de Antonio Rodríguez Muñoz Cobo. Como complemento la familia se trasladaba durante el verano a los típicos melonares que se plantaban en las afueras de Lopera en los pagos de Lanzarino, Las Huerfanas, La Vega etc. Allí pasaba la familia una larga temporada en torno a una choza que Francisco hacía con varetas de olivo y rastrojo hasta recoger la cosecha de melones que luego eran vendidos en pueblos de los alrededores hasta donde Francisco los llevaba a lomos de su borrico llamado “rayao” que se lo compró a Paquillo “el Habanero” por 900 de las antiguas pesetas .También había costumbre de vender parte de la cosecha a unos corredores que había en el pueblo como Antonio Herrero y Rosendo Gracia, los cuales a su vez contactaban con mayoristas que venían al pueblo con camiones. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, también los empleaba en escuchar cante flamenco y saetas de Semana Santa que el mismo llegaba a tararear. También pasaba buenos ratos cultivando patatas, tomates, pimientos etc en su huerto familiar y le gustaba mucho echar uvas en aguardiente procedentes de su parra, que luego eran degustadas por sus hijos y nietos en las navidades. Francisco fue muy devoto de la Virgen de la Cabeza y hermano de la Soldadesca del Cristo del Humilladero. Fue un hombre muy afable y dicharachero, le encantaba pararse con todo el mundo y echar buenas partidas de cartas con sus amigos del Hogar del Pensionista a donde acudía todas las tardes. Hasta el final de sus días le encantaba pasar buenos ratos de tertulias con sus amigos Manuel Gil, Andrés Salas, Francisco Palomo, Manuel Partera, Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Encarnación Uceda Morales. Mujer trabajadora que se volcó con su familia

Encarnación Uceda Morales. Mujer trabajadora que se volcó con su familia

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Encarnación Uceda Morales sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace tres años. Encarnación murió a los 96 años en su casa sita en la popular calle del Paseo de Colón. Encarnación fue una mujer de gran vitalidad que dedicó su vida al cuidado de su marido y al cuidado de las dos hijas (Francisca y Faustina) fruto del primer matrimonio de su marido, a las cuales siempre consideró como hijas suyas propias. Fue la más pequeña de una familia de 5 hijos (Antonio, Carmen, Luisa y Gines), sus padres fueron Joaquín Uceda y Marina Morales. La Guerra Civil Española la pasó junto a su familia. En 1953 se casó con Manuel Castillo Cámara, que fue un gran colaborador en la recuperación de la historia de Lopera, pues de todo sabía y nada se le resistía y en particular también gracias él se pudieron recuperar las canciones del carnaval de la II Republica, las cuales a pesar de ser un hombre de aspecto serio las entonaba bastante bien. De soltera trabajó y duro en la confección de capachos para las bodegas, las cuales utilizaban para molturar la uva que se cosechaba en los pagos loperanos. También estuvo un tiempo sirviendo con la familia de Muñoz-Cobo en Madrid. Siempre que pudo  ayudó al sustento de la economía familiar trabajando en la campaña de la recolección de la aceituna en los pagos del “Caño”, “Carretera Madrid”, “Coamalo” y el “Cortijillo”. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, también los empleaba en el rezo del Santo Rosario, en el cuidado de sus flores y en escuchar las novelas de la televisión. Fue una mujer de profundas raíces religiosas. Fue una mujer participativa dispuesta siempre a ayudar dentro de sus posibilidades a todo aquel que lo necesitaba y sobre todo muy trabajadora, cariñosa y generosa. Le gustaba que le visitaran sus 8 nietos y en especial su nieto Paco que a diario pasaba buenos ratos con sus abuelos Manuel y Encarnación y sus 3 bisnietos, a todos siempre los consideró como su fueran suyos y ellos le llamaban abuela. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Leonor Salas García. Una mujer muy trabajadora y generosa

Leonor Salas García. Una mujer muy trabajadora y generosa

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Leonor Salas García sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Leonor fue una mujer de gran vitalidad que dedicó su vida al cuidado de sus cinco hijos. Fue la mayor de una familia de 5 hijos (Leonor, Petra, María, Andrés y José), sus padres fueron Eduardo Salas Carrasco y Carmen García Molina. En 1929 se casó con el novio de toda la vida, Francisco Galán Vera, fruto de cuya unión nacieron cinco retoños, Isabel, José, María, Rafael y Eduardo. Los años de Guerra Civil Española los pasó junto a su familia en Úbeda. Tras la Guerra Civil volvió a Lopera y  ayudó a su familia en las tareas agrícolas de la recogida de la aceituna en el pago de Las Matillas de Torres. Asimismo la familia se trasladaba durante el verano a los típicos melonares que se plantaban en las afueras de Lopera en los pagos de la Vega, Las Huerfanas o los Cuatro Caminos. Allí pasaba la familia una larga temporada en torno a una choza con sus animales (gallinas, conejos etc.) hasta recoger la cosecha de melones que luego eran vendidos en pueblos de los alrededores como Villa del Río o Arjona. También había costumbre de vender parte de la cosecha a corredores que venían  Lopera con camiones. Esta era una fuente de ingresos muy importante para la economía familiar. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, también los empleaba en el cuidado de sus flores y a la costura de todas prendas familiares y era una gran aficionada a los toros y al cine que por aquel entonces se proyectaba en el patio de armas del Castillo de la Orden de Calatrava. Por las tardes-noches a diario su hijo Rafael le leía novelas como “El médico de los pobres”, “El hijo de la obrera” etc. Ya que no sabía leer. Leonor fue muy devota de la Virgen de la Cabeza y siempre que pudo le gustaba ir a la romería del Cero del Cabezo, donde le gustaba bailar. Se fue al otro mundo conociendo a 6 nietos (Loli, Pedro, Francisco, Antonio, Maria José y Leonor), por los que sentía gran cariño y con los que le encantaba pasar buenos ratos. Fue una mujer participativa dispuesta siempre a ayudar dentro de sus posibilidades a todo aquel que lo necesitaba y sobre todo muy trabajadora y generosa. Era una mujer muy apreciada y querida por todos sus vecinos. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

 

Juan Adán Navarro. Un apasionado de su querida Lopera.

Juan Adán Navarro. Un apasionado de su querida Lopera.

Por José Luis Pantoja Vallejo. Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Juan Adán Navarro sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue el más mayor de una familia de seis hijos (Juan, Rafael, Manuel, Victoriana, Luis y Manuela), sus padres fueron Félix Adán García e Isabel Navarro Acevedo. La infancia de Juan Adán trascurre en un pequeño cortijo que su familia tenía en el pago de Valcargado, conocido como “La Granja”. Con apenas 16 años se marchó voluntario al frente y se alistó en el Batallón de Ingenieros de Jaén y después pasó a la 25 Brigada Mixta y estuvo defendiendo la República en Pozoblanco, Peñarrolla, Alcaracejos y en la Batalla de Segovia, donde cayó herido y estuvo en el hospital de Hellín (Albacete) y posteriormente volvió el frente hasta el termino de la Guerra Civil Española. Después fue detenido y conducido a un Campo de Concentración en Villanueva de la Serena (Badajoz). Tras ser liberado y de vuelta a Lopera, es llamado a filas para hacer el servicio militar en el Puerto de Santa María (Cádiz) donde estuvo 3 años. De vuelta a Lopera comenzó a trabajar dando peonadas con una yunta de mulos con Juan “el de la Estación” en los Siles. En el año 1947 se casó con la mujer de su vida, Feliciana Gaitán Holanda y fruto de cuya unión nacieron 5 hijos, Félix, Gabriel, Isabel, Juan Manuel y José Maria. Siguió trabajando en las labores agrícolas (recogida de la aceituna, y en plantación de viñedos) y también en una calera familiar. En el año 1953 la familia Adán se trasladó a un caserío de Adamuz (Córdoba) llamado San Alberto y después a otro cortijo en el término de Cantillana (Sevilla). En el año 1957 la familia vuelve al pueblo de su esposa Pedro Abad (Córdoba), donde Juan comienza a trabajar en las vías del tren entre Pedro Abad y Andujar.  En 1963 la empresa estatal RENFE va a hacer fijos a todos los obreros que trabajaban en la empresa y entonces su pasado republicano, le hizo que Juan sólo pudiera tener la opción de seguir trabajando en Bilbao o Navarra, optando finalmente por la segunda. La familia se instala en Alsasua (Navarra) donde Juan pasó el resto de su vida laboral. Juan a pesar de vivir a más de 800 kilómetros de su querida Lopera, no faltó ningún año a reencontrarse con su familia y sus amigos. Le encantaba pasar sus ratos libres en una huerta que tenía en su casa donde cultivaba todo tipo de hortalizas para el gasto de la casa y para regalárselas a sus amigos. Fue un fiel oyente de la radio y en tiempos Franco de La Perinaica. Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y también tenía gran devoción por los siete  nietos que llegó a conocer (Alberto, Santiago, Jorge, Amaya, Natalia, Juan Manuel y Elena) con los que les gustaba pasar buenos ratos y les contaba sus vivencias en la guerra y como se vivía en Lopera y lo querían mucho pues era un abuelo muy bueno. Fue un hombre muy trabajador  y formal. Además se preocupó de darles a sus hijos unos estudios, en unos tiempos difíciles, sin disponer de otros medios, nada más de que su trabajo y el apoyo de su esposa. Los dos últimos años que estuvo enfermo tenía en mente siempre a su pueblo y a su madre. Su  memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

José Haro Herrador. Fue un apasionado del F. C. Barcelona

José Haro Herrador. Fue un apasionado del F. C. Barcelona

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El pasado día 1 de diciembre  fallecía a los 60 años el loperano José Haro Herrador y no pasa ningún día sin que sea recordado por su familia, vecinos y amigos, pues ante todo era una gran persona. José nació en el año 1948 en el seno de una familia de albañiles sus padres fueron  Antonio Haro Quero y Catalina Herrador Hoyo. Fue el mayor de tres hermanos (José, Antonio y Mari). Su infancia transcurre en torno a la Ermita del Santo Cristo junto a sus amigos Manuel Merino, Benito Vallejo, Felipe Hueso, Felipe Lara, Francisco Cantero etc.. Tras realizar los estudios primarios en las Escuelas Graduadas de Lopera, continuó sus estudios en la Academia “Santo Tomás de Aquino”, donde se preparó para el bachillerato que aprobó en el Instituto “Virgen del Carmen” de Jaén y posteriormente Magisterio en la Normal de Córdoba. Comenzó a ejercer de maestro en el año 1969 teniendo el primer destino en Lucena (Córdoba), para años más tarde hacer un periplo por distintos pueblos de Jaén (Porcuna, Pozo Alcón, Villacarrillo, La Higuera) y Córdoba (Lucena, Palenciana y Villa del río) hasta que finalmente recaló en su Lopera querida en el año 1980, donde se jubiló en septiembre de 2008. Dentro de sus aficiones destacaba sobre todo la pasión que tenía por el F. C. Barcelona, del cual era socio y también junto a Roque Lara y Alfonso Campuzano fundaron a finales de los años 80 una peña barcelonista en Lopera bajo el nombre de “Castillo de Lopera”, con esta peña organizó innumerables actividades recreativas y culturales, además de asistir al Camp Nou para ver in situ algún partido del F. C. Barcelona. El a título personal y con otras peñas fue a ver al Barcelona incluso a Japón, Inglaterra etc. También le encantaba su profesión de maestro y el trato directo con sus alumnos. Otra de las aficiones de Pepe como era conocido en Lopera, era la natación, pues a diario acudía a la piscina cubierta de Villa del Río a ejercitar uno de sus deportes favoritos. También fue un gran lector y seguidor a diario del Diario JAEN y el Mundo Deportivo, que todos los días  adquiría de la Papelería Bueno. Le gustaba asimismo pasar algunos ratos del día frente al ordenador buscando cosas de todo tipo, pues era muy inquieto. Fue un hombre de carácter pacifico y nunca se enfrento con nadie a pesar de que encajaba mal las derrotas del Barcelona. Fue una persona muy servicial y le encantaba hacer fotos y videos para después enseñarlas a todo el mundo. A pesar de que el sabía la enfermedad que tenía, nunca se quejó y siempre luchó hasta última hora por superarla. En sus pensamientos figuraba disfrutar la ansiada jubilación, de la que sólo pudo cobrar 2 meses. Tras su muerte numerosas peñas de toda España han mostrado su condolencia a su familia, la cual está muy agradecida y todo el Claustro de Profesores del CEIP “Miguel de Cervantes” de Lopera y  el Inspector de Educación, asistieron a su sepelio. Su  memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de toda su familia y amigos.

Francisco Javier de Torres Ramos. Fue un apasionado de Lopera y del Cristo del Humilladero

Francisco Javier de Torres Ramos. Fue un apasionado de Lopera y del Cristo del Humilladero

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El pasado día 12 de noviembre se cumplía el I aniversario del fallecimiento del loperano Francisco Javier de Torres Ramos y no pasa ningún día sin que sea recordado por su familia, amigos y vecinos de Lopera. A pesar de que nació en el pueblo de su madre Arjona, el se sentía loperano cien por cien. Sus padres fueron Antonio de Torres Velasco y Concepción Ramos Serrano, fue el más pequeño de cinco hermanos (Manuel, José Domingo, Antonio y Jesús). Su infancia trascurre felizmente en la calle Duque de la Torre jugando con numerosos amigos en el Paseillo en torno al célebre latón y junto a la Verja donde celebraban guerrillas y partidos de fútbol  con pandillas de otras calles. Sus primeros estudios transcurren en el Colegio Miguel de Cervantes de Lopera y el bachillerato lo realiza en el Colegio interno de los Salesianos de Córdoba donde estaban sus hermanos y posteriormente en el de Úbeda. Con 17 años se va de voluntario al servicio militar, el cual realiza en Alcalá de Henares y en Madrid en el cuartel de automovilismo. Cuando regresa de hacer la mili, es cuando decide hacer la carrera de Magisterio en Jaén, en la especialidad de historia. Aunque nunca la ejerció y sólo estuvo unos años haciendo sustituciones y dando clases particulares. De los años se su juventud siempre guardó grandes recuerdos de las vivencias con su pandilla (Juan Coca, Juan María García, Antonio Huertas, Juan Clemente, Manuel Peña, Mari Palomo, Conchi Mérida, Mari Coca, Carmen Huertas y Dori López Palomo) en la taberna de Tomás, en el bar de Antonio Vidal etc. Fue un gran colaborador en todos lo eventos culturales y tradicionales que se celebraban en Lopera (Cabalgata de Reyes magos,  Romería de San Isidro, montando a caballo y participando con espectaculares carrozas, Semana Santa con la cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno, noche de las serenatas que salía cantando con la tuna de los mayores etc.). Será justo en una noche de serenatas cuando conoció  a su mujer Conchi Recuerda Jalón, con la que contrajo matrimonio el 20 de marzo de 1993.  Dentro de sus trabajos ya de casado destacaron el de corresponsal del Banco Central en Lopera, administrador agrícola de la familia Morente y de la suya propia. La etapa más dura de su vida comienza en el año 1994, cuando le detectan una enfermedad sanguínea, que le lleva a estar mucho tiempo en el hospital. Francisco Javier desde el principio afrontó la enfermedad con mucha entereza y con la ilusión de su total recuperación. Sin embargo con el paso del tiempo fue afrontando y mentalizándose de que eso no iba a ocurrir y el dolor físico pasó a formar parte de su vida. Durante los 13 años que duró su enfermedad fue un ejemplo de fortaleza y de dignidad. Después de un bajón físico y de un ingreso o una operación (sufrió cuatro) en el hospital, venía la remontada siempre llena de alegría. Después de las lágrimas, las risas, la música nunca faltó en su casa y en pijama o bien disfrazado te lo encontrabas en medio de la casa bailando y haciendo reír a todos los que tenía a su lado. En los últimos años de su vida salía muy poco, su vida era su familia y su casa, puesto que dedicaba el tiempo a lo que le gustaba: escuchar música, el cine y la historia de España. Siempre tenía algún proyecto o trabajo en mente, los tres últimos que realizo fueron: Recopilación de datos de la familia Serrano de Arjona, un álbum fotográfico de la familia De Torres Velasco y el último un estudio sobre la Soldadesca del Cristo del Humilladero, de la cual fue Vicepresidente y Capitán, cargos que pasó a ocupar su hermano Manolo. Junto con el presidente de la Soldadesca Martín Alcalá se encargó de preparar y gestionar la restauración de la imagen del Cristo Chico que se encontraba en mal estado y también se encargo de la colocación de manera visible en el retablo del Cristo de la reliquia existente de la anterior imagen. Fue ante todo una excelente persona que vivía muy de cerca todo lo relacionado con su pueblo, por el que sentía gran pasión, amigo de sus amigos de los que presumía tener muchos. Su familia era el centro de su vida. Su  memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de toda su familia y amigos.

Germán García Criado. Fue un gran profesional del volante.

Germán García Criado. Fue un gran profesional del volante.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Germán García Criado sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue el más pequeño de una familia de cinco hijos, sus padres fueron Germán García Luque y Concepción Criado García. En el año 1948 se casó con  Pilar Santiago Gutiérrez y fruto de cuya unión nacieron 5 hijos, Germán, Benito, Antonio, Conchi y Maria del Carmen. Desde muy niño Germán se sintió atraído por los coches y todo lo que estuviera relacionado con ellos, de ahí que uno de sus juegos favoritos era estar en el taller rodeado de herramientas de todo tipo. A la temprana edad de 14 años ya sabía conducir. Por eso a lo largo de su vida Germán se dedicó a lo que era su gran pasión, el volante. En primer lugar trabajó con su hermano José (Pepe el de Germán) con su propio camión y posteriormente como taxista en Lopera, oficio al que dedicaría el resto de su vida. De esta etapa es muy recordado por sus vecinos de Lopera, pues no en vano por su taxi SEAT 1500 gris se desplazaron muchas familias hasta Jaén para ir a al médico e incluso algún retoño que otro vino al mundo en el taxi de Germán. También vivió muy de cerca el éxodo masivo de loperanos que tuvieron que emigrar en busca de una mejor vida a Madrid, Barcelona o cualquier punto de la geografía española y lo hacían con el taxi de Germán. También Germán estuvo durante muchos años siendo el taxista de D. José Maria Orti Meléndez-Valdés, al que acompañaba a los Concursos de Pájaros y Canaricultura que se celebraron en Madrid y en otros viajes por el resto de España. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, los empleaba en la puesta a punto de su taxi en los talleres de Morales, aquí   el mismo era el encargado de arreglar todo tipo de averías que se le presentaban y no tenía horas, puesto que siempre estaba dispuesto a realizar cualquier viaje cuando alguien lo necesitara. A diario se pasaba por las noches por las tabernas de Tomás y Pileta, donde se apuntaba la gente y reservaba algún asiento de su taxi y así sabía si tenía para el día siguiente viaje a Jaén o bien a Andújar. La última parte de su vida como taxista tuvo que convivir con el duro competidor del autobús, aunque la gente nunca dejó de solicitar sus servicios, pues era una gran profesional del volante. Aún estando enfermo siempre tuvo la esperanza de volver a conducir su taxi de ahí que nunca llegó a vender la tarjeta de taxista y menos aún su taxi que siempre mantuvieron incluso después de muerto sus hijos.  Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y también tenía gran devoción por los siete  nietos que llegó a conocer (Germán, Juan Antonio, Miguel Ángel, Esther, Gustavo, Ana Pilar y Sole)) con los que les gustaba pasar buenos ratos siempre que venían a Lopera a visitarlo y lo querían mucho pues era un abuelo muy bueno. Fue un hombre muy trabajador  y formal. Además se preocupó de darles a sus hijos unos estudios, en unos tiempos difíciles, sin disponer de otros medios, nada más de que su trabajo y el apoyo de su esposa que siempre estuvo pendiente del teléfono por si alguien lo llamaba para realizar algún viaje. Su  memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Enrique Garrote Wencelá. Fue un hombre adelantado a los tiempos en los que le toco vivir.

Enrique Garrote Wencelá. Fue un hombre adelantado a los tiempos en los que le toco vivir.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El próximo día 28 de febrero se cumplirá el segundo aniversario de la muerte del loperano Enrique Garrote Wenceslá y no pasa ni un sólo día sin que sea recordado por sus familiares y amigos, pues ante todo era una buena persona, trabajadora y emprendedora que se desvivía por el bienestar de su familia. Enrique fue el mayor de dos hermanos y sus padres fueron Manuel Garrote Sánchez y Carmen Wenceslá Moreno. Los tres años de Guerra Civil Española los pasó entre Porcuna y Lopera, hecho este que le dejó muy marcado, al vivir de cerca todos los pormenores que rodearon a  la Batalla de Lopera en las navidades de 1936. En plena guerra Civil empezó a trabajar como arrumbador en las bodegas Valenzuela y posteriormente en las bodegas Sotomayor sitas en el castillo de Lopera. En 1940 se casó con la mujer de su vida Gabriela Hidalgo Morales y fruto de su matrimonio nacieron cuatro hijos, Esperanza, Paqui, Manuel y Maria del Carmen, falleciendo los dos últimos con temprana edad. En 1943 comenzó a trabajar en las bodegas de Antonio Bujalance y montó un bodegón llamado “El Realillo” donde hicieron famoso el vino “El Mío”, el cual se vendía la copa de vino a 25 céntimos de las antiguas pesetas. En 1950 montó el Casino “La Sociedad Deportiva”, donde eran célebres sus bailes de carnaval y Enrique era el encargado de la repostería. Con sus amigos Francisco Medina Bellido y Juan Criado Martínez montó más tarde un bodegón que llamó Vino La Rosa. Enrique fue un hombre muy polifacético y durante más de 25 años fue el administrador y comprador de aceituna en la provincia de Jaén y Córdoba para la empresa Campanario de Montoro (Córdoba). Dentro de sus aficiones le gustaba la caza, los toros y sobre todo charlar con sus amigos (Eduardo Martínez, Benito Bellido, Manuel Quero, Manuel Santiago, Benito Herrero, Manuel Palomo, Diego Manchado, Manuel Bueno, Juan Daza y su sobrino Luis Robles entre otros muchos) en las célebres tertulias que se montaban en la puerta de su entrañable bodeguilla, donde invitaba (nunca cobró a nadie) a todo el que acercaba a visitarla a una copa de vino Old Sherri que el mismo elaboraba a partir de unas viejas soleras que conservaba con gran mimo. En esta bodeguilla que tenía convertida como un pequeño museo han quedado para siempre todos sus recuerdos: su colección de relojes, fotografías, llaveros, carteles de toros y donde llamaba a atención de todo el visitante el millón de vitolas de los puros que se fumo nuestro entrañable Enrique. Fue un gran colaborador del Cronista Oficial, en la recuperación de la historia y las tradiciones de Lopera. Fue un hombre adelantado a los tiempos en los que le toco vivir. No tenía nada suyo, todo lo compartía y les enseñó a sus hijas el tratar a todas las personas con el mismo respecto. Conoció  en vida a sus tres nietos y tres biznietos con los que le gustaba jugar y pasar buenos ratos. Fue un hombre muy querido y respetado en el pueblo, amigo de sus amigos. Fue fino y elegante hasta en el lecho de muerte. Sus restos reposan como el quería en su querida Lopera. Su persona siempre estará presente como un grato recuerdo en los corazones de los suyos.

Antonia Bruna Herrador. Una madre ejemplar y de profundas raíces religiosas

Antonia Bruna Herrador. Una madre ejemplar y de profundas raíces religiosas

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Antonia Bruna Herrador sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años.  Antonia fue una mujer de gran vitalidad que dedicó su vida al cuidado de sus cinco hijos. Fue la tercera de una familia de 4 hijos, sus padres fueron Antonio Bruna Cerezo y María Josefa Herrador González. Los años de Guerra Civil Española los pasó junto a su familia en Madrid y Lopera. Tras la Guerra Civil ayudó en las tareas de Auxilio Social, realizando una gran labor a favor de los más desfavorecidos. El local donde se encontraba Auxilio Social, sito en la calle Feria (hoy Alfonso Orti),  curiosamente fue donde después residiría su familia. En 1943 se casó con el novio de toda la vida, Juan García Gutiérrez, fruto de cuya unión nacieron cinco retoños, María Luisa, Julio, María Josefa, Antonio y Juan María. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, también los empleaba en el cuidado de sus flores y a la costura de todas prendas familiares. Desde su matrimonio, que coincidió con la festividad de la Virgen del Perpetuo Socorro, se encargó de inculcar en todos los miembros de la familia un amor hacía dicha Virgen, siendo la encargada durante varias décadas de las 5 capillas ambulantes que iban de casa en casa y de la revista Icono, que recibía mensualmente y que hoy día sigue recibiendo su nuera Maria del Carmen Díaz. Fue una mujer de profundas raíces religiosas y se desvivía por el mantenimiento del cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro que hay en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Lopera, una tradición que hoy sus hijos siguen manteniendo viva. Se fue al otro mundo conociendo a 16 nietos, por los que sentía gran cariño. Fue una mujer participativa dispuesta siempre a ayudar dentro de sus posibilidades a todo aquel que lo necesitaba y sobre todo muy trabajadora y generosa.  Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Antonio Torres de la Torre. Fue una persona desprendida que lo daba todo.

Antonio Torres de la Torre. Fue una persona desprendida que lo daba todo.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El próximo día 19 de septiembre se cumplirá el primer aniversario de la muerte del loperano Antonio Torres de la Torre y no pasa ni un sólo día sin que sea recordado por sus familiares y amigos, pues ante todo era una buena persona, trabajadora y que se desvivía por el bienestar de su familia. Antonio nació en el seno de una familia de agricultores, sus padres fueron Juan Torres Bellido y Carmen de la Torre Alférez.  Fue el  mayor de seis hermanos y a lo largo se su vida se dedicó a la agricultura y en cuerpo y alma a su familia. La guerra Civil la pasó junto a su familia en Escañuela (Jaén). De vuelta ya en Lopera contrajo matrimonio con la mujer de su vida, Francisca Chiquero Sánchez,  fruto del mismo nacieron tres hijos, Juan, Carmen y Elisa. Dentro de sus aficiones le gustaba los toros y sobre todo era un fanático del Barcelona, pues no se perdía ningún partido, bien por radio o por televisión. Fue ferviente devoto de la cofradía de Ntro. Padre Jesús Nazareno. Fuera de su trabajo pasaba la temporada estival sembrando melones en el pago de Lanzarino, donde se llevaba a su familia todo el verano y sus gallinas para el consumo. Cuando se jubiló pasaba gran parte del día en el hogar del pensionista departiendo y jugando al dominó con sus amigos Antonio Torres y Crescencio Hidalgo donde pasaba buenos ratos.  Antonio fue ante todo un gran padre y un gran abuelo, pues sentía gran pasión por sus 14 nietos (Paco, Juan, Antonio, Pepe, Gonzalo, Manuel, Loli, Mari Carmen, Isabel, Paqui, Olga, Laura; Juan Antonio y Paqui) y  por sus 19 biznietos (Carmen María, Juan Carlos, Juana, Francisco, Jorge, Alvaro, Sergio, Javi, Leo, Manuel Jesús, Francisco, Maria Elena, Manuel Jesús, Nuria, Alba, Gonzalo, María, Silvia y Dani)  con los que les gustaba pasar largos ratos de charlas y juegos. Fue un hombre muy querido y respetado en el pueblo, amigo de sus amigos. Su persona siempre estará presente como un grato recuerdo en los corazones de los suyos.

Benito Vallejo Bellido. Fue un hombre sencillo y formal.

Benito Vallejo Bellido. Fue un hombre sencillo y formal.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Benito Vallejo Bellido sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue el mayor de una familia de seis hijos, sus padres fueron Benito Vallejo Elena y Rafaela Bellido Hueso. La Guerra Civil la pasó en el frente de Teruel, donde cayó herido en un brazo. En el año 1945 se casó con la mujer de su vida Carmen Jiménez Millán  y fruto de cuya unión nacieron 4 hijos, Benito, Francisco, Rafaela y Ana. Benito se dedicó a lo largo de su vida a las tareas agrícolas como capataz de D. Joaquín Rodríguez Muñoz Cobo en las fincas de olivar del Velecejo, El Romeral, Rosito y las Tapias; así como en la viña de D. Joaquín. El trabajo en el campo lo compaginó con el de esquilaor de ovejas, mulos y burros, oficio que aprendió de su padre. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, le gustaba en verano pasarlos echando un pujar de melones en el pago de “Zaparuiz” para el gasto de la casa y para venderlos y sacar un dinero extra. Fue un enamorado de la caza con pájaro de perdiz y sobre  todo de los galgos. Ya jubilado se marchó a Valencia con sus hijas y era un enamorado de su pueblo natal por el que tenía gran pasión y siempre que podía le gustaba pasar las vacaciones de Semana Santa y los Cristos en Lopera.  Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y también tenía gran devoción por sus diez nietos (Benito David, Benito Manuel, Oscar, Sebastián, Marcos, Adrián, Bartolomé, Jonathan, Sandra y Francisca)) con los que les gustaba pasar buenos ratos y lo querían mucho pues era un abuelo muy bueno. Fue un hombre muy sencillo y formal, y todos los que lo llegaron a conocer sabían que tenía un gran corazón y era muy generoso. Era amigo de sus amigos, de los cuales presumía tener muchos y muy buenos. Su  memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

María del Carmen Hidalgo Padilla, Fue una mujer valiente y muy buena madre.

María del Carmen Hidalgo Padilla, Fue una mujer valiente y  muy buena madre.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El próximo día 29 de febrero se cumplirán dos meses del fallecimiento a los 95 años de la loperana María del Carmen Hidalgo Padilla y su recuerdo sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera.  María del Carmen fue una mujer muy vitalista que dedico su vida al cuidado de sus cuatro hijos. Fue la mayor de una familia de 3 hijos, sus padres fueron Alberto Hidalgo Montilla y Carmen Padilla Cerezo. Los tres años de Guerra Civil Española los pasó junto a su familia en Villanueva de la Reina. Toda su juventud antes de contraer matrimonio se dedicó a trabajar sirviendo en casa de D. Antonio Navarro. En 1934 se casó con Manuel Huertas Barbosa  y fruto de cuya unión nacieron cuatro retoños, Antonia Luisa, Joaquina Josefa, Jacinto y Alberto. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, también los empleaba en coser piezas y hacer labores de ganchillo. Desde que se casó siempre estuvo trabajando en lo que pudo, en el campo, haciendo estraperlo en los vecinos pueblos de Porcuna y Villa del Río (Córdoba) para darle de comer a sus cuatro hijos pues se quedó viuda a los 41 años. Era una mujer muy devota del patrón de Lopera San Roque y de San José y la Virgen del Carmen. Se fue al otro mundo conociendo a 7 nietos (Antonio, Carmen, Manuel, Mónica, Jacinto, Gema y Alberto) y 5 biznietos (Ana Belén, Antonio Manuel, David, Talía y Alexia) por los que sentía gran cariño. Fue una mujer valiente, activa, muy buena madre, que defendía todo lo suyo, participativa y dispuesta siempre ayudar dentro de sus posibilidades a todo aquel que lo necesitaba.  Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Pedro Lara Cabezas "Fue un gran apasionado de su pueblo"

Pedro Lara Cabezas "Fue un gran apasionado de su pueblo"

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El pasado día 12 de febrero fallecía en Madrid el loperano Pedro Lara Cabezas y no pasa ni un día sin que sea recordado por sus familiares y amigos pues ante todo, era una buena persona, humilde, trabajadora y que se desvivía por el bienestar de su familia. Pedro nació en la popular calle San Roque de Lopera y  sus padres fueron Rafael Lara y  Rafaela Cabezas.  Fue el quinto de seis hermanos y a lo largo de su vida se dedicó en cuerpo y alma a su familia. Sus primeros trabajos fueron como cabrero y como repartidor de vino por los pueblos con su hermano Paco. También trabajó en una frutería en la plaza de abastos y como repartidor con un camión en la fábrica de harinas. El servicio militar lo hizo en las Palmas de Gran Canarias. En 1965 tras contraer matrimonio en Lopera con la mujer de su vida Margarita Pérez Valenzuela, se trasladó a Madrid y fruto del matrimonio nacieron cuatro hijos, Francisco Rafael, Manuel, Pedro y Margarita. En Madrid trabajó como encargado en la fábrica de transportes “Pamplonica” y como taxista. Dentro de sus aficiones fue un gran aficionado del Real Betis Balompié y le encantaba dar paseos por Lopera por la que sentía gran pasión y siempre que podía volvía a su pueblo. Tenía gran devoción por la Virgen de la Cabeza. Durante muchos años fue a la romería como miembro de la banda de cornetas de Lopera. Pedro fue un gran padre y un gran abuelo, pues sentía gran pasión por sus 6 nietos (David, Pedro, Diego, Rodrigo, Gema y Lucía), con los que les gustaba pasar largos ratos de charlas y juegos. Fue un hombre muy querido y respetado en el pueblo, amigo de sus amigos. Sus restos reposan como el quería en su querida Lopera. Su persona siempre estará presente como un grato recuerdo en los corazones de los suyos.

Eleuterio Risoto Carrasco, una vida dedicada a Lopera.

Eleuterio Risoto Carrasco, una vida dedicada a Lopera.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Eleuterio Risoto Carrasco sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Eleuterio fue el segundo de 6 hermanos, sus padres fueron Demetrio Risoto Arroyo  y Juana Carrasco Carrasco. Su infancia trascurre en Navas de San Juan junto a su familia. Estudió bachiller en Jaén en el Colegio Santo Tomás de Aquino y la carrera de Veterinaria en Córdoba. Eleuterio se dedicó a lo largo de su vida a la profesión de veterinario ejerciendo en Lopera desde el año 1943 hasta el año 1971. Eleuterio Risoto Carrasco, natural de las Navas de San Juan, era una persona muy querida en Lopera y dejó gran huella en sus habitantes. Asimismo de julio de 1968 a enero de 1971 fue Alcalde-Presidente del ayuntamiento de Lopera y unos años más tarde la corporación municipal tuvo a bien dedicarle una calle en Lopera que esta junto al edificio del Colegio "Miguel de Cervantes" y tuvo el detalle de que cuando se marchó se despidió casa por casa de todos los vecinos de Lopera. Eleuterio contrajo matrimonio con Josefa Rojas Rodríguez  el 19 de marzo de 1944  y fruto del mismo nacieron 4 hijos Demetrio, Juani, Antonio y José Luis. Dentro de sus aficiones sentía gran pasión por los toros y la caza del pájaro de perdiz con reclamo. Eleuterio fue un cristiano coherente que trabajo y dedicó una gran parte de su vida a la iglesia, siendo algunos años presidente de la cofradía de  Ntra. Sra. de la Estrella. Era un hombre de carácter firme, y todos los que lo llegaron a conocer sabían que tenía un gran corazón y era muy generoso. Era amigo de sus amigos, de los cuales presumía de tener muchos y muy buenos. Eleuterio fue ante todo un gran padre y un gran abuelo, pues sentía gran pasión por los 4 nietos que llegó a conocer, con los que le gustaba pasar largos ratos de charlas y juegos. Hoy uno de sus nietos Juan Luis Risoto Espín, ha tomado el testigo de su querido abuelo y este año finalizará veterinaria. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes

Carta de despedida a mi padre Pedro Chueco Santiago "El Tallero"

Carta de despedida a mi padre Pedro Chueco Santiago "El Tallero"

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

A continuación reproducimos la carta que Fermín Chueco Artero dedicó a su padre Pedro Chueco Santiago con motivo de su fallecimiento el pasado día 24 de marzo. Descanse en paz.

Querido padre: Ante todo quiero, queremos, desearte todos aquellos que hemos convivido contigo durante tantísimo tiempo, un feliz viaje a ese tú último destino “País de las Maravillas”. Aquí en esta tierra catalana, donde nos acogieron con los brazos abiertos y allí en nuestra querida Lopera  el tiempo se ha detenido con tu último suspiro. Padre, en este mundo que nos dejas, donde juntos  hemos sufrido, disfrutado, perdido, ganado, reído, llorado...   Tu obra, como padre y buen hombre está acabada ¡Misión cumplida!  Padre, quiero que sepas que, por tu forma de ser, has logrado lo que cientos de padres anhelan antes de partir hacia la eternidad de los hombres felices: Que tus hijos sean como tú querías que fueran: trabajadores, formales, responsables y respetuosos con todo el mundo, buenos padres y compañeros respetuosos...         No solo lograste ese primer objetivo de todo buen padre, sino que conseguiste el más difícil todavía, que fue tener los mejores nietos y nietas que pudieras haber imaginado. Ellos y ellas han enriquecido, con creces, la genética de nuestras familias: Son inteligentes, seguros y defensores de tu legado. Papa, en esta entrañable despedida que te estamos dedicando tus hijos, nietos, amigos, vecinos, paisanos..., cuando tu presencia permanece inseparable a nosotros, nos gustaría prometerte un motón de cosas,  pero creo que tú  no lo aprobarías, siempre me decías que no había que ser fanfarrón, ya que si después uno no cumple lo prometido queda peor ante la gente. Quiero que sepas que difundiremos por todos aquellos lugares adonde fuiste, como te describiría nuestro poeta andaluz Antonio Machado: ¿Buen padre y buen hombre? Porque siendo tus orígenes la de un pobre niño yuntero, no te doblegó nunca los malos momentos, ni tampoco la adversidad durante aquellos largos años de miseria en los que  había que arrastrarse por la plaza del pueblo en demanda de un mísero jornal; tu sabiduría, junto  a tus manos sabias te permitieron ir siempre con la cabeza alta. Adiós padre, no quiero ser pesado, perdona si me extendí mucho pero ya sabes que hablo demasiado. Ya sólo me queda rogarte que, de vez en cuando, nos escribas en este tu último viaje, desde la estación FELICIDAD, para que tu recuerdo perviva en nuestra memoria. Recibe un abrazo de tus hijos Antonio,  Paco,  Juan, de tus nueras, de tus nietos y nietas y de todo este montón de amigos, vecinos y paisanos que hemos venido a desearte un viaje feliz. Y sin más, un montón de besos de este tu hijo que nunca te olvidará, Fermín Chueco Artero.

Joaquina Gracia del Pino. Fue una mujer que se entregó a su familia

Joaquina Gracia del Pino. Fue una mujer que se entregó a su familia

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera.

         El pasado día 26 de noviembre fallecía a los 92 años en Sevilla la loperana Joaquina Gracia Del Pino y no pasa ni un día sin que sea recordada por sus familiares, amigos y vecinos, pues ante todo, era una buena persona, que dedicó su vida al cuidado de su marido y de su hermana Josefa, la cual padecía desde muy niña poliomielitis.  Joaquina fue la más pequeña de 10 hermanos y sus padres fueron Manuel Gracia Gracia y Trinidad del Pino López. Los tres años de Guerra Civil Española los pasó junto a su madre y  hermanos mayores en Lopera, hecho este que le dejó muy marcada, al vivir de cerca todos los pormenores que rodearon a  la Batalla de Lopera en las navidades de 1936. Tras la guerra se casó con José Melero Torres y fruto de esa unión nació su hijo Antonio. Vivió en Madrid unos 10 años, aunque siempre sentía gran nostalgia por su pueblo y de hecho vivió sus últimos años en su casa de la calle Hospitalico. Dentro de sus aficiones le gustaba la lectura histórica  y fue una gran colaboradora en la recuperación de las tradiciones loperanas, pues tenía una memoria prodigiosa y le apasionaba todo lo relacionado con la historia de su pueblo y en especial con el tema de la Guerra Civil. También le gustaba charlar largo y tendido de temas relacionados con la familia con su sobrino Benito, que a diario la visitaba y hacer labores de ganchillo. Fue ante todo una mujer luchadora, querida por todas sus vecinas y por todo el que la conocía. Trabajadora, ejemplar y fiel a todos sus principios y creencias. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Manuel Castillo Cámara. Fue memoria viva de la historia de Lopera del siglo XX

Manuel Castillo Cámara. Fue memoria viva de la historia de Lopera del siglo XX

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El pasado 11 de junio se cumplía el primer aniversario de la muerte de Manuel Castillo Cámara. El recuerdo vivo de este entrañable loperano  sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera. Manuel Castillo fue un hombre con gran sensibilidad y con una memoria prodigiosa, pues era una enciclopedia andante de todo lo que había sucedido en el devenir histórico de Lopera a lo largo del pasado siglo XX. A lo largo de su vida se dedicó a la agricultura en general y en particular al cultivo de sus olivos en los pagos del Caño, Vereda del Cortijillo, el Puente y carretera Madrid. Fue el menor de dos hermanos, sus padres fueron Juan Manuel Castillo Herrador guarda-jardinero del Paseo de Colón y Francisca Cámara Merino. Durante la Contienda Civil Española fue sargento con el gobierno de la Republica y participó en las batallas de la Sierra de la Camuña (Alcalá la Real) y Sierra Trapera en Extremadura. Después de la guerra civil se casó en primeras nupcias con Eduarda Teruel Alcalá y fruto de cuya unión nacieron dos retoños, Francisca y Faustina, en el siguiente parto fallecía su primera esposa. Poco después se casó con Encarnación Uceda Morales, con la que compartió su vida hasta el final de sus días. Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, los pasaba delante de su antigua enciclopedia pues le encantaba leer y saber de todo y también tenía pasión por las matemáticas. Fue un gran colaborador en la recuperación de la historia de Lopera, pues de todo sabía y nada se le resistía y en particular también gracias él se pudieron recuperar las canciones del carnaval de la II Republica, las cuales a pesar de ser un hombre de aspecto serio las entonaba muy bien. Fue un hombre muy ordenado, paciente y le encantaba dar paseos a lo largo del popular Paseo de Colón con sus amigos y departir sobre cualquier aspecto del pasado de Lopera.  Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y  tenía gran devoción por sus 8 nietos con los que les gustaba pasar buenos ratos. Se fue al otro mundo sin quejarse,  su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

Juan García Gutiérrez. Fue un gran padre y un buen cristiano.

Juan García Gutiérrez. Fue un gran padre y un buen cristiano.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera.

Aunque ya hace algunos años del fallecimiento del loperano Juan García Gutiérrez, no pasa ni un día sin que sea recordado por sus familiares y amigos pues ante todo, era una buena persona, trabajadora y que se desvivía por el bienestar de su familia. Juan nació en el seno de una familia de comerciantes, su padre Julio García Sánchez y su madre María Luisa Gutiérrez García. Fue el segundo de tres hermanos y a lo largo se su vida se dedicó en cuerpo y alma a su familia. Sus primeros trabajos fueron en el Servicio Nacional del Trigo, después en el año 1944 montó su ferretería en la calle Feria, un espacio que durante varias décadas fue lugar de encuentro para muchos loperanos y allí estuvo trabajando hasta el día de su jubilación. La guerra Civil la pasó en Jaén capital. De vuelta ya en Lopera contrajo matrimonio con la mujer de su vida, Antonia Bruna Herrador, fruto del mismo nacieron cinco hijos, Maria Luisa, Julio, Maria Josefa, Antonio y Juan María. Dentro de sus aficiones le gustaba el fútbol, los toros, el cuidado de sus canarios, pasear y charlar con sus amigos a la sombra de la iglesia de la plaza. Fue un gran colaborador del Cronista Oficial, en la recuperación de la historia y las tradiciones de Lopera. Cuando cerraba la tienda se dedicaba al cuidando de sus rosales y claveles que le gustaba regalar a sus amigos y que también llevaba al cuadro de la Virgen del Perpetuo Socorro, que hay en la Iglesia parroquial, por la cual sentían gran devoción tanto él como su esposa; devoción que hoy continúan sus hijos. Juan ante todo fue un gran padre y un gran abuelo, pues sentía gran pasión por sus 16 nietos, con los que les gustaba pasar largos ratos de charlas y juegos. Fue un hombre muy querido y respetado en el pueblo, amigo de sus amigos. Su persona siempre estará presente como un grato recuerdo en los corazones de los suyos.

 

 

Antonio de Torres Velasco. Fue un enamorado de su familia y de su pueblo.

Antonio de Torres Velasco. Fue un enamorado de su familia y de su pueblo.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Antonio de Torres Velasco sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue el mayor de 3 hermanos, sus padres fueron Manuel de Torres Roldán y Mª Manuela Velasco Valenzuela. Estudió la carrera de practicante en las Escuelas del Ave María de Granada. En la Guerra Civil, fue sanitario en el Frente de Peñarroya-Pozoblanco. Tras la guerra ejerció como practicante en Lopera y después en Arjona, allí conoció a la que sería su esposa, Concepción Ramos Serrano, fruto de cuya unión nacieron 5 hijos (Manuel, José Domingo, Antonio, Jesús y Francisco Javier). De nuevo en Lopera ejerce como administrador agrícola de la Familia Morente, de D. Alfonso Orti y de sus propias fincas. Fue concejal del Ayuntamiento de Lopera y miembro de la Cámara Agraria Local, donde tuvo un papel destacado en la puesta en marcha del primer riego municipal “Cristo Chico”. Con la ayuda inestimable de D. Alfonso Orti, puso en funcionamiento el Hospital-Residencia de ancianos “Ntro. Padre Jesús Nazareno”. En 1977 volvió a ejercer como practicante sustituyendo a Antonio Mérida.  Aficionado a la caza en general, pero sobre todo a los galgos (“Hebrea” y “Saeta”) a caballo. Fue un cristiano que sentía gran devoción por el Cristo del Humilladero, Ntro. Padre Jesús (fue presidente de la cofradía) y por la Virgen de la Cabeza.  Era un hombre de carácter firme, con un gran corazón y muy generoso. Tenía grandes amigos con los que le gustaba tomar el vino en la taberna de Tomás. Fue un gran padre y un gran abuelo, pues sentía gran pasión por sus 5  nietos  (Concha, Antonio, José Domingo, Beatriz y Jesús) y dos biznietos (Javier y Manuel Jesús). Murió junto a sus hijos y cuñada Paz, que siempre vivió con ellos. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.