Carta de despedida a mi padre Pedro Chueco Santiago "El Tallero"
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera
A continuación reproducimos la carta que Fermín Chueco Artero dedicó a su padre Pedro Chueco Santiago con motivo de su fallecimiento el pasado día 24 de marzo. Descanse en paz.
Querido padre: Ante todo quiero, queremos, desearte todos aquellos que hemos convivido contigo durante tantísimo tiempo, un feliz viaje a ese tú último destino “País de las Maravillas”. Aquí en esta tierra catalana, donde nos acogieron con los brazos abiertos y allí en nuestra querida Lopera el tiempo se ha detenido con tu último suspiro. Padre, en este mundo que nos dejas, donde juntos hemos sufrido, disfrutado, perdido, ganado, reído, llorado... Tu obra, como padre y buen hombre está acabada ¡Misión cumplida! Padre, quiero que sepas que, por tu forma de ser, has logrado lo que cientos de padres anhelan antes de partir hacia la eternidad de los hombres felices: Que tus hijos sean como tú querías que fueran: trabajadores, formales, responsables y respetuosos con todo el mundo, buenos padres y compañeros respetuosos... No solo lograste ese primer objetivo de todo buen padre, sino que conseguiste el más difícil todavía, que fue tener los mejores nietos y nietas que pudieras haber imaginado. Ellos y ellas han enriquecido, con creces, la genética de nuestras familias: Son inteligentes, seguros y defensores de tu legado. Papa, en esta entrañable despedida que te estamos dedicando tus hijos, nietos, amigos, vecinos, paisanos..., cuando tu presencia permanece inseparable a nosotros, nos gustaría prometerte un motón de cosas, pero creo que tú no lo aprobarías, siempre me decías que no había que ser fanfarrón, ya que si después uno no cumple lo prometido queda peor ante la gente. Quiero que sepas que difundiremos por todos aquellos lugares adonde fuiste, como te describiría nuestro poeta andaluz Antonio Machado: ¿Buen padre y buen hombre? Porque siendo tus orígenes la de un pobre niño yuntero, no te doblegó nunca los malos momentos, ni tampoco la adversidad durante aquellos largos años de miseria en los que había que arrastrarse por la plaza del pueblo en demanda de un mísero jornal; tu sabiduría, junto a tus manos sabias te permitieron ir siempre con la cabeza alta. Adiós padre, no quiero ser pesado, perdona si me extendí mucho pero ya sabes que hablo demasiado. Ya sólo me queda rogarte que, de vez en cuando, nos escribas en este tu último viaje, desde la estación FELICIDAD, para que tu recuerdo perviva en nuestra memoria. Recibe un abrazo de tus hijos Antonio, Paco, Juan, de tus nueras, de tus nietos y nietas y de todo este montón de amigos, vecinos y paisanos que hemos venido a desearte un viaje feliz. Y sin más, un montón de besos de este tu hijo que nunca te olvidará, Fermín Chueco Artero.
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