Juan Adán Navarro. Un apasionado de su querida Lopera.
Por José Luis Pantoja Vallejo. Cronista Oficial de la Villa de Lopera
El recuerdo vivo de Juan Adán Navarro sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue el más mayor de una familia de seis hijos (Juan, Rafael, Manuel, Victoriana, Luis y Manuela), sus padres fueron Félix Adán García e Isabel Navarro Acevedo. La infancia de Juan Adán trascurre en un pequeño cortijo que su familia tenía en el pago de Valcargado, conocido como “La Granja”. Con apenas 16 años se marchó voluntario al frente y se alistó en el Batallón de Ingenieros de Jaén y después pasó a la 25 Brigada Mixta y estuvo defendiendo la República en Pozoblanco, Peñarrolla, Alcaracejos y en la Batalla de Segovia, donde cayó herido y estuvo en el hospital de Hellín (Albacete) y posteriormente volvió el frente hasta el termino de la Guerra Civil Española. Después fue detenido y conducido a un Campo de Concentración en Villanueva de la Serena (Badajoz). Tras ser liberado y de vuelta a Lopera, es llamado a filas para hacer el servicio militar en el Puerto de Santa María (Cádiz) donde estuvo 3 años. De vuelta a Lopera comenzó a trabajar dando peonadas con una yunta de mulos con Juan “el de la Estación” en los Siles. En el año 1947 se casó con la mujer de su vida, Feliciana Gaitán Holanda y fruto de cuya unión nacieron 5 hijos, Félix, Gabriel, Isabel, Juan Manuel y José Maria. Siguió trabajando en las labores agrícolas (recogida de la aceituna, y en plantación de viñedos) y también en una calera familiar. En el año 1953 la familia Adán se trasladó a un caserío de Adamuz (Córdoba) llamado San Alberto y después a otro cortijo en el término de Cantillana (Sevilla). En el año 1957 la familia vuelve al pueblo de su esposa Pedro Abad (Córdoba), donde Juan comienza a trabajar en las vías del tren entre Pedro Abad y Andujar. En 1963 la empresa estatal RENFE va a hacer fijos a todos los obreros que trabajaban en la empresa y entonces su pasado republicano, le hizo que Juan sólo pudiera tener la opción de seguir trabajando en Bilbao o Navarra, optando finalmente por la segunda. La familia se instala en Alsasua (Navarra) donde Juan pasó el resto de su vida laboral. Juan a pesar de vivir a más de 800 kilómetros de su querida Lopera, no faltó ningún año a reencontrarse con su familia y sus amigos. Le encantaba pasar sus ratos libres en una huerta que tenía en su casa donde cultivaba todo tipo de hortalizas para el gasto de la casa y para regalárselas a sus amigos. Fue un fiel oyente de la radio y en tiempos Franco de La Perinaica. Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y también tenía gran devoción por los siete nietos que llegó a conocer (Alberto, Santiago, Jorge, Amaya, Natalia, Juan Manuel y Elena) con los que les gustaba pasar buenos ratos y les contaba sus vivencias en la guerra y como se vivía en Lopera y lo querían mucho pues era un abuelo muy bueno. Fue un hombre muy trabajador y formal. Además se preocupó de darles a sus hijos unos estudios, en unos tiempos difíciles, sin disponer de otros medios, nada más de que su trabajo y el apoyo de su esposa. Los dos últimos años que estuvo enfermo tenía en mente siempre a su pueblo y a su madre. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.
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