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José Luis Pantoja Vallejo

Manuel Uceda Morales. Un gran luchador y hombre de inmenso corazón.

Manuel Uceda Morales. Un gran luchador y hombre de inmenso corazón.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El pasado día 3 de julio fallecía tras 6 meses y tres días de sufrimiento en el Hospital Doctor Sagaz de Jaén el loperano Manuel Uceda Morales. Un 30 de diciembre cuando preparaba con gran ilusión la llegada del nuevo año con sus nietos y familia, sufrió un atropello cuando se disponía a cruzar un paso de peatones en la vía pública que a la postre le sesgó la vida. Manuel   fue el mayor de una familia de 2 hijos (Manuel y José), sus padres fueron José Uceda Cerrillo y Teresa Morales Vaquero. En 1960 se casó con Carlota Oviedo Gutiérrez, fruto de cuya unión nacieron dos hijos, José y Teresa. Parte de la Guerra Civil Española lo pasó junto a su familia en Úbeda y cuando volvió a Lopera se trasladó a Madrid donde trabajó durante un tiempo en la obra y en también sufrió el fenómeno de la emigración al trabajar en Alemania en una fundición de piezas para coches. De vuelta a Lopera comenzó a trabajar en las tareas agrícolas como tractorista en Verdejo y también para Pepa la Notaria y como camionero en la empresa de Porcuna de terrazos Ortega. Asimismo Manuel trabajaba en los fines de semana haciendo bodas como camarero con Luis Pérez “El Picaor”. Durante algunas temporadas también se trasladó a Guadalajara para trabajar en la siega. Una de sus grandes aficiones era pasar gran parte del día en sus olivos del Arroyo el Estanco donde le gustaba sembrar un pequeño huerto para el gasto familiar donde cultivaba alcauciles, habas y lechugas. Sus ratos libres lo invertía en realizar espuertas de pleita y alforjas para las motos. También le gustaba pasar buenos ratos de tertulias en la cochera de su amigo Juan Huertas “El Perruno” donde departía con José Alcalá “Pepín”, Manuel Valenzuela “El Marrilla”,  Luis Díaz, Antonio Sevilla “Boxea”, Leonardo Romero, Luis Díaz, Bartolomé Vallejo y un largo etcétera. Su gran pasión era su familia por la que se desvivía. Manuel fue muy devoto de la Virgen de la Cabeza y siempre que podía le gustaba ir al Santuario para verla. Fue un hombre muy querido por todos sus vecinos, los cuales siempre lo recordarán pues siempre fue muy servicial y cariñoso con todos. Durante el otoño pasaba gran parte del día recogiendo las hojas de los árboles de la plazoleta de San Cristóbal. Su imagen con una caja atada a uno de sus pies y escobón en mano nunca la olvidarán sus vecinos. El verano lo pasaba con su hija Tere y sus nietos Pedro José y Carlos en Playa de Haro, aunque él siempre le gustaba estar en su Lopera y pasar buenos ratos con sus nietos Manuel y José y con sus amigos y familiares. Después de haberse operado de las dos rodillas y de cataratas y cuando ya estaba muy contento con todo, el destino le jugó una mala pasada y le privó de todos sus proyectos. Le encantaba pararse con todo el mundo y en el especial con los niños, a los que le gustaba darle caramelos y lo querían con locura. Siempre lo recordarán como un hombre con un inmenso corazón. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

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