Juan Manuel Cruz Carmona. Enseñó a sus hijos el valor de la palabra compartir.
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera
El pasado día 9 de marzo fallecía a los 83 años el loperano Juan Manuel Cruz Carmona y no pasa ni un día sin que sea recordado por sus familiares y amigos, pues, ante todo, era una excelente persona, trabajadora y emprendedora que se desvivía por el bienestar de su familia. Juan Manuel fue el mayor de cuatro hermanos (Juan Manuel, Alfonso, Dolores y Francisco) y sus padres fueron Francisco Cruz Gómez y Basilisa Carmona Acevedo. Los tres años de Guerra Civil Española los pasó con su familia primero en Arjona y después en Ibros. Sus estudios los realizó en el colegio Francisco Giner de los Ríos. Con apenas trece años comenzó a trabajar de aguador en la empresa Regiones Devastadas encargada de levantar de nueva planta las casas de los maestros de Lopera.
El servicio militar lo hizo en Tarifa y después estuvo de asistente con un cura en Tocina. De vuelta a Lopera comenzó a trabajar de peón y, después, de oficial de albañilería con el “Rubio de Haro”.
Posteriormente, trabajó como maestro de fábrica en el molino de Miguel Moreno Morales. La mayor parte de su vida la dedicó a su almacén de materiales de construcción, tarea que compaginó con la de administrador de la familia Morales. Los inicios de “Materiales de Construcción Juan Manuel Cruz Carmona” había que situarlos a finales de la década de los años 50, cuando un grupo de amigos amantes del fútbol deciden traer un camión con ladrillos procedentes de la fábrica de García Morón (Arjonilla), para venderlos en las obras que había en Lopera en plena postguerra. Con los beneficios obtenidos de la venta de los mismos podían ir todos los domingos a ver al Real Jaén que militaba en la división de honor del fútbol español. Más adelante, y viendo que el negocio iba bien, uno de estos amigos, Juan Manuel Cruz Carmona, decidió asociarse con un vecino de Lopera, José Rosales Rubio, para crear un almacén de materiales en la calle Duque de la Torre, bajo el nombre de Materiales de Construcción Cruz-Rosales. Lo primero que hicieron fue comprar un burro por 800 pesetas y un carro que se hizo en la herrería de los Hermanos Pantoja, para que José Rosales repartiera los materiales por las obras del pueblo. Su socio y maestro de obras era Juan Manuel Cruz. A los dos años, se disolvió la sociedad y siguió con el negocio, Juan Manuel. Más adelante, adquirió una mula al arriero local Paco “el Habanero” y contrató a Antonio Alcalá Ortega, para que repartiera los materiales. El negocio, con el paso del tiempo, fue prosperando y Juan Manuel decidió trasladar la empresa junto a su domicilio familiar, sito en la calle Llanete de Orgaz, y amplió la plantilla de trabajadores con Bartolomé Pastor Peláez, como repartidor. Entonces adquirió el primer camión, un Barreiros Saeta, al que siguieron otros modelos más modernos, siempre conducidos por el entrañable Juan Alcalá Melero “El Rubio Cartagena”. En 1963, se casó con la mujer de su vida, Paula Melero Torres, y fruto de su matrimonio nacieron dos hijos, Basi y Paco.
En el año 1992, llegó la jubilación de nuestro querido Juan Manuel y con ella el relevo generacional. Tomaron el testigo sus hijos Basi y Paco Cruz Melero, los cuales apostaron por la renovación y la expansión de la empresa, ubicando la misma en pleno polígono industrial Santa Quiteria, con unas instalaciones modernas y acordes con los nuevos tiempos. El jubilarse no impidió que a diario acudiera Juan Manuel al almacén para estar con sus hijos. Dentro de sus aficiones, le gustaba mucho el fútbol, era socio de la Peña Barcelonista “Castillo de Lopera” y también fue directivo de la AD Lopera y le encantaban los toros. Fue socio fundador del Casino Círculo de la Amistad. Le apasionaba charlar con sus amigos. Entre ellos estaban Nicolás García, Vicente Herrero, José Navarro, Manuel Gómez, José Lara, Francisco Moreno y muchos más. Fue devoto y hermano de la Cofradía del Cristo de la Expiración. Fue un gran colaborador del Cronista Oficial, en la recuperación de la historia y las tradiciones de Lopera, ya que tenía una prodigiosa memoria. No tenía nada suyo, todo lo compartía y les enseñó a sus hijos tratar a todas las personas con el mismo respeto. Conoció en vida a sus cuatro nietos (Juan Manuel, Antonio, María y Juan), con los que le gustaba jugar y pasar buenos ratos. Fue un hombre muy querido y respetado en el pueblo, amigo de sus amigos, de los cuales presumía de tener muchos. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.
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