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José Luis Pantoja Vallejo

Varios loperanos mantienen viva la tradición de los melonares.

Varios loperanos mantienen viva la tradición de los melonares.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El vino, los galgos y los melones señas de identidad de Lopera. La tradición del vino, como los galgos tienen su futuro garantizado, sin embargo el melonar tiene sus días contados. Hoy el uso progresivo de abonos químicos y herbicidas ha provocado que la siembra de esta fruta típica veraniega en Lopera se encuentre actualmente en vías de extinción, sin embargo aún quedan los últimos meloneros,  que siguen manteniendo contra viento y marea una tradición que si nadie lo remedia de aquí a unos años formara parte de la historia. A la salida del pueblo dirección a Arjonilla y junto al viejo transformador y la Granja de la Esperanza se siguen cultivando varias parcelas dedicadas al melonar en Lopera. Las mismas son cultivadas por cuatro loperanos (uno de ellos octogenario) que pasan sus ratos libres mimando sus melonares, estos agricultores Roque Navarrete, Manuel Cruz, Crescencio Hidalgo y Florencio Heredia siguen aferrados a la tierra y a cosechar melones. Como ellos mismos dicen de esta manera se sienten bien y útiles y de paso ya tienen asegurado tanto su familia como sus amistades el postre del verano, pues no hay nada mejor que un buen cachurro (pan, aceite de oliva, tomate, bacalao) con una buena tajada de melón. A la caída de la tarde acuden a diario al melonar para darle con la mano hierro una pasada a las matas de melones para que se refresquen con el polvo y de camino cogen los melones que han madurado. La forma tradicional de cómo se siembran y cultivan los melones en Lopera nos la contaron estos meloneros. Se comienza preparando la tierra para que este bien labrada y a continuación coge una cuerda larga y cada dos varas (un metro y sesenta y siete centímetros) le pone una mota de color para marcar los hoyos. Esta cuerda a su vez tiene tres estacas que le sirven para clavarlas en el suelo. Una de las estacas la clava en uno de los extremos de la cuerda y en el otro extremo lleva las dos restantes, una sirve de “guindaleta” y estaba a dos varas de la otra estaca que sirve para marcar la camada.  A continuación se hace una maestra con la cuerda y en cada mota de color da una cavada con la azada con el fin de ir marcando los distintos puntos de siembra. Posteriormente en cada cavada va depositando un poco de estiércol y de 6 a 10  pipas de melón (cuantas más pipas se echan, más fuerte sale la mata). A los 10 días suele nacer la mata de melón y comienza este melonero a “apolcarla” (cavar alrededor de la mata, allanar la tierra y taparle las grietas que con el sol suelen salir) y comienza a quitarle pies a la mata hasta dejarla con un solo pie. A los pocos días comienza a darle plana (arado con forma de cuchilla para quitar las malas hierbas que va tirado por un mulo). Cuando la mata empieza a echar los ramales, le echa la “palaílla” (la cabeza de la mata del melón) en la parte de atrás de la mata, después le echa una palada de tierra. Por último con la mano hierro le da polvo al melonar para refrescar las matas y le va haciendo más grande la cabeza.  Para el 18 de julio nacen los primeros melones llamados “avispados” o “mauros” que desprenden un olor genuino. Otros tipos de melones que también crían estos loperanos son los “cobrizos”, “coronilla”, “arrugado negro”, “de pana o de invierno”, “melón blanco”, “blanco con listas” y el “negro” que se suelen recoger más tarde. Dejamos a este puñado de hombres que siguen aferrados a la tierra y que han encontrado en el melonar sus vacaciones veraniegas.

1 comentario

Carmen -

¡Mira que bien! Por fin se ha reconocido el esfuerzo de estos abuelos.