Estampa de los últimos meloneros de Lopera
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera
Una estampa que por desgracia ya se ha perdido en Lopera era que durante todo el verano era normal ver gran cantidad de camiones cargados de melones que se repartían por todos los mercados de Andalucía y Madrid que dieron justa fama a los melones loperanos y que ha quedado plasmado en algunas enciclopedias y diccionarios o el poema que el escritor Alcalá Wenceslada dedicaba al melón loperano:¡Hola cucurbitácea enconfitada; esferoide de la ambrosia; de esta tierra que ricos panes cría; por manos de sus hijos trabajada"!,. Hoy en pleno siglo XXI el uso progresivo de abonos químicos y herbicidas ha provocado que la siembra de esta fruta típica en Lopera se encuentre actualmente en vías de extinción, aunque algunos loperanos siguen aferrados a la tierra y a cosechar melones, este es el caso de Pedro Sevilla Hoyo que llega a pasar todo el día mimando sus matas de melones en el Huerto de Puchero en la Vega Alta de Lopera, junto a otros dos loperanos Benito Sánchez Vadillo y Antonio Morales Pedrosa que han conseguido cultivar un buen número de melones y de sandías que sobrepasan los 25 kilos de peso. Nuestro melonero dice que este desatino que tiene por el melonar es lo que le mantiene vivo y no le importar estar junto a su melonar prácticamente todo el día hasta que regresa a su casa. Así un día y otro durante varios meses, pues la siembra del melonar tiene lugar en los meses de marzo y abril y requiere muchos cuidados. Pedro nos relató la forma tradicional de cómo se siembran y cultivan los melones en Lopera. Así comienza preparando la tierra para que este bien labrada y a continuación coge una cuerda larga y cada dos varas (un metro y sesenta y siete centímetros) le pone una mota de color para marcar los hoyos. Esta cuerda a su vez tiene tres estacas que le sirven para clavarlas en el suelo. Una de las estacas la clava en uno de los extremos de la cuerda y en el otro extremo lleva las dos restantes, una sirve de “guindaleta” y estaba a dos varas de la otra estaca que sirve para marcar la camada. A continuación se hace una maestra con la cuerda y en cada mota de color da una cavada con la azada con el fin de ir marcando los distintos puntos de siembra. Posteriormente en cada cavada va depositando un poco de estiércol y de 6 a 10 pipas de melón (cuantas más pipas se echan, más fuerte sale la mata). A los 10 días suele nacer la mata de melón y comienza este melonero a “apolcarla” (cavar alrededor de la mata, allanar la tierra y taparle las grietas que con el sol suelen salir) y comienza a quitarle pies a la mata hasta dejarla con un solo pie. A los pocos días comienza a darle plana (arado con forma de cuchilla para quitar las malas hierbas que va tirado por un mulo). Cuando la mata empieza a echar los ramales, le echa la “palaílla” (la cabeza de la mata del melón) en la parte de atrás de la mata, después le echa una palada de tierra. Por último con la mano hierro le da polvo al melonar para refrescar las matas y le va haciendo más grande la cabeza. Así llegamos al 24 de junio, San Juan que era cuando las familias enteras de Lopera se iban a cuidar los melonares y hacían una choza con palos, rastrojo y tarae y delante de la misma se le hacía un sombrajo con los palos para que entrara el aire. (Hoy ya nadie hace chozas). Para el 18 de julio nacen los primeros melones llamados “avispados” o “mauros” que desprenden un olor genuino. Otros tipos de melones que también cría este loperano son los “cobrizos”, “coronilla”, “arrugado negro”, “de pana o de invierno”, “melón blanco”, “blanco con listas” y el “negro” que se suelen recoger más tarde y aún hay personas que los cuelga con cuerdas en las vigas de la casa y los va consumiendo hasta llegar la Navidad. La cosecha recogida es prácticamente para consumo propio y para regalarlos a los amigos. Este año no más de una decena de loperanos han vuelto a echar el “pujarillo” (pequeña extensión de tierra) para cultivar melones.
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