Benito Alcalá Alcalá. Fue un hombre muy trabajador y formal.
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera
El recuerdo vivo de Benito Alcalá Alcalá sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue el quinto de una familia de 8 hijos (Miguel, Benita, Catalina, Pedro, Benito, Manuel, José y Antonio), sus padres fueron Benito Alcalá Merino y Feliciana Alcalá Bruna. La infancia de Benito Alcalá trascurre en la calle San Roque y en el Colegio que había en el Hospital de San Juan de Dios. Con apenas 13 años comenzó a trabajar con su padre en las tareas agrícolas en las fincas que tenía la familia en los pagos del “Suspiro” y “El Desillo”. En 1936 en plena Guerra Civil se marchó al frente y participó como Cabo de Carabineros en los Frentes de Teruel y Belchite. Durante un tiempo estuvo retenido en la Plaza de Toros de Manzanares con otros compañeros, donde casualmente coincidió con su hermano Manuel. De vuelta a Lopera comenzó a trabajar con Eduardo Rodríguez y dando jornales en “Mirabueno”. En el año 1942 se casó con la mujer de su vida, Francisca de la Torre Sánchez y fruto de cuya unión nacieron tres hijos, Benito, Feliciana y Manuel. Siguió trabajando en las labores agrícolas (recogida de la aceituna) y fue nombrado en el año 1948 como aperaor de los bueyes de Mirabueno, donde también hacía alminares de paja, los anterrollos para hacer la collera para labrar la tierra etc.. Le encantaba pasar sus ratos libres haciendo cuentas en su casa y en su huerto familiar donde cultivaba todo tipo de hortalizas (pimientos, patatas, acelgas) para el gasto de la casa y para regalárselas a sus amigos. Benito siempre fue un gran colaborador y se volcó con el Cronista Oficial de Lopera en la recuperación de la historia y tradiciones de Lopera. Fue un fiel devoto de la Virgen de la Cabeza y siempre que podía acudía al Cerro del Cabezo para reencontrarse con la Morenita. Le gustaba oir la radio y le encantaba la televisión y sobre todo los toros y fue un seguidor nato de Manolete, la cual pudo ver en vivo en varias corridas. Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y también tenía gran devoción por los cuatro nietos que llegó a conocer (Benito Javier, Paqui, Benito Manuel y Antonio) con los que les gustaba pasar buenos ratos y les contaba sus vivencias en la guerra y como se vivía en Lopera y lo querían mucho pues era un abuelo muy bueno. Fue un hombre muy trabajador y formal. Sólo estuvo 5 días en la cama y cuando le visitó el médico, le dijo “no me ponga de nada pues ha llegado mi hora”. Murió con 94 años cumplidos. Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.
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