Un Siglo rondando a la mujer loperana. Apuntes para su historia.
(Antiguos componentes de la Tuna de Lopera. Años 60)
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera.
Uno de los acontecimientos más esperados y singulares de la Feria y Fiestas de los Cristos de Lopera es la velada que el viernes de vísperas de feria llevan a cabo grupos de mozos del pueblo que, agrupados en tunas, se reúnen con sus capas repletas de cintas que ondean al viento y llevan bordado el suspiro de una chica, el recuerdo de una noche o el anhelo de un amor. Se reúnen en torno a la reina y damas de honor de las fiestas para hacerles llegar la alegría, el buen humor y las canciones de ronda que sabiamente saben guardar y transmitir de generación en generación.
La bacanal rítmica comienza con la medianoche, cuando los tunos se atavian, templan los instrumentos y aprovechan para tomar una primera "copilla" que lubrique y arronque el gaznate y a su vez le permita armarse de la serenidad necesaria para la ocasión. A esta hora las bellas damas, que ya han estado todo el día preparando unos "piscolabis" que ofrecerán a sus rondadores, se retiran a sus aposentos donde ansiosas ultiman los preparativos y, haciendo como que duermen, esperan impacientes en el silencio de la noche, que el susurro de una voz interrumpa el apócrifo sueño. ¡Despierta niña despierta, despierta si estás dormida, y escucha las dulces notas que toca la estudiantina, ¡que en esta noche inquieta de tantos luceros lo que yo más quiero te vengo a decir... abre el balcón que el corazón tiembla si pasa la tuna... Y el balcón se abre y allí se encuentran ellas luciendo un especial brillo en sus ojos que invita al cantor a dejarse el alma desgranando una canción.
La noche avanza cayendo víctima de la madrugada y los tunos, cada vez más desaliñados, recorren una y otra calle desgarrando las gargantas y ensordeciéndolas hasta enmudecer. Ya se augura el final en la plaza de abastos, desayunando churros con chocolate y acompañando con sus notas a las amas de casa que han madrugado para preparar la cesta de las fiestas. Allí se canta una canción conjunta, como si de un acto solidario se tratara, y se suspira para que se haga corta la espera y pronto vuelva el año que viene donde poder revivir la fascinante seducción de una noche mágica.
Esta tradición, tal y como la conocemos hoy en día, va ligada al nombramiento en el año 1969 de la primera reina de las fiestas (Ana Pilar Pérez Cabezas) y su corte de damas de honor (Pilar Martínez, Francisca Clemente, Paula Medina y Natividad Moreno)
Si bien, hay que decir que ya en los años 20, y a instancias de Don Justo Jiménez Montes (Director de la Banda de Música y Practicante), se crea una Estudiantina, la cual se nutre de miembros de la Banda de Música Municipal. De la misma tenemos constancias gracias a una foto conservada de la época, la misma estaba formada por unos 30 miembros, los cuales iban ataviados con sus vestimentas cervantinas que consistía en un gorro de arlequín negro, una casaca y pantalón negros con puños y cuello con encajes blancos. Tocaban instrumentos de cuerda y viento. El siguiente dato nos lleva a los ajetreados 30, en estos años, había varios grupos de personas que tocaban serenatas instrumentales durante todo el año a sus novias y conocidas, destacando la Víspera de San Antonio (el 12 de Junio) en la que se hacían las famosas "Serenatas de los Antonios", los vecinos al oír el sonido de sus canciones salían a sus puertas y los invitaban a aguardiente y perrunas en invierno y en verano a las típicas gaseosas de bola y taquitos de queso. Llegaron a funcionar tres agrupaciones con instrumentos que iban desde el saxofón y la trompeta hasta el violín, mandolinas y guitarras.. Después de la guerra se continuó con la tradición de las serenatas instrumentales y cantadas en Lopera, a cargo ahora, de los hermanos Pedro y José Morales, que tocaban el violín y la guitarra respectivamente, Juanito Rueda con su violín, Joaquín Muñoz con laúd y acompañados de voces como las de los hermanos Carlos y Eufrasio Barberán y Ricardo Rodríguez, que hicieron célebres canciones como "Rosita de un verde palmar", "Yo te daré", "La Composita" y "Ragón Falez", …Como curiosidad decir que los acompañaban a lo largo de todo el recorrido la pareja de Guardias Municipales. A este grupo se le uniría en los años 50 el de Rafael Hueso Artero (más conocido como el Niño Herrero) que tocaba un violín de chapa fabricado por él mismo y que contribuiría a seguir perpetuando esta hermosa tradición. A finales de los años 50 y principios de los 60 se continúa la tradición de las rondas con varias tunas entre las cuales podemos citar la compuesta por Juan Gracia, Manuel Gascón, Bartolomé Cabezas, Rafael Marín, Sebastián García, Manuel Gutiérrez, Francisco Valenzuela, Pedro Hueso, Benito Luque, Roque Bruna, Juan Martínez, Antonio Marín etc, dirigidos magistralmente por José Morales Muñoz y Juanito Ruedas. Esta tuna se formó en torno a Acción Católica, siendo párroco de Lopera, Miguel Luque Pardo. Una segunda tuna estuvo compuesta por los hermanos Victoriano y Rafael Ansino, Martín Gascón, Martín Alcalá, Juan López, Pedro Alcalá, Rafael Hueso hijo, Pedro Galán, Enrique Cortés etc. Pero el hecho que influyó decisivamente en que las tunas como las conocemos hoy día en nuestro pueblo llegasen a materializarse, lo constituyó la formación en el verano de 1968 de una manera una tanto informal de una tuna compuesta por los loperanos Paco Teruel, Jacobo Gálvez, Juan A. Mérida, José Luis Cortés, etc.. Al siguiente a año con la instauración de la Reina y las Damas de las Fiestas, se le da más seriedad a la misma, reuniéndose en los ensayos en casa de Jacobo Gálvez o de José Luis Cortes, de una manera secreta, afín de evitar la masificación de ruidos y voces, pues todos los jóvenes del pueblo querían pertenecer a la tuna. Se confeccionó una bandera que era portada por Pedro Lara, la cual llevaba impresa el grito que se utilizaba en el pasacalles que decía "La tuna que no bebe", a lo que el respetable contestaba al unísono "agua". Los miembros de la "Tuna que no bebe" iban ataviados con unas capas de invierno de enfermeras y con capa española. Una de las letras del pasacalles que llegó a cantar esta tuna la hemos podido recuperar gracias a José Luis Cortés, la cual decía así:
"La Pedorra es la tuna que ronda más guapa
más chula, más fresca y la más calentorra"
Esta tuna estuvo formada por Paco Teruel, Jacobo Gálvez, Juan A. Mérida, José Luis Cortés, Pedro Lara, Paco Herrero, José Luis Morales etc. Curiosamente algunos de los componentes de la tuna llevaban en sus bolsillos de los pantalones buenas dosis de bicarbonato, para rebajar el brebaje que desde las ventanas le ofrecían las jóvenes a las que rondaban durante toda la noche. Esta tuna estuvo rondando a las mujeres loperanas durante una década. Al año siguiente se formó otra tuna compuesta por Martín Alcalá, Jesús Torres, Manuel Peña, Juan Coca, Manolo Coca y otros. La costumbre de cantar serenatas a las damas y reinas de las fiestas se arraiga en años sucesivos y se refuerza con la aparición de otras tunas, recordamos la formada entre otros por Rafael Teruel, Alfredo Valenzuela, Alfonso García, José Orti etc, A parte de estas tunas, también se formaron otras esporádicas, que cambiaban sus miembros de una tuna a otra, de un año a otro, de las cuales podemos destacar algunos componentes del grupo de música folk "Castilsera" y del grupo de teatro que se formó en el verano del 77 que puso en escena el entremés de García Lorca "Doña Rosita la solterona". Algunos de estos miembros fueron Antonio Rodríguez, Juan Clemente, Mateo Quero, Juan A. Mérida, Luis Morales, Francisco Javier Torres, Ramón Mérida, Ramón Rueda etc. A final de los 70 los jóvenes querían continuar lo que era ya una hermosa tradición y así surgían cada año nuevas tunas como la de "los Artizos", "los Mansos", que estaban ligadas a las distintas pandillas y grupos de amigos de las que toman su nombre. De ellas formaban parte no sólo gente del pueblo sino los famosos "limpias". Esta costumbre no fue muy bien recibida en su origen por lo que los tunos debían aguardar bajo el balcón que las damas hicieran descender, a modo de recompensa, algunas botellas por el sistema de las cuerdas para invitarlos. Raramente se entraba en las viviendas de las chicas. En esta época, preocupados por la indumentaria, exigían a cada componente presentarse esa noche con pantalón vaquero, camisa blanca y chaleco. El calor de agosto hizo que en años sucesivos desapareciera el chaleco quedando reducido el uniforme tunero a un pantalón vaquero y una camisa blanca. Fue en los años ochenta, cuando la tuna denominada "de l´arcó" tuvo la feliz idea de ataviarse con una capa repleta de cintas, un pantalón negro, una camisa blanca y una beca distintiva de color rojo. Al año siguiente, todas las tunas usaron esta vestimenta, cambiando sólo el color de beca (amarillo, naranja, verde, azul) que fue mejorándose con los años. La novedad de esta época es que las damas abren las puertas a los tunos agasajándoles con ricos manjares. El patio de las casas se convierte en un improvisado comedor, en una pista de baile y en un escenario de cantos. El máximo apogeo de las tunas en Lopera se vive a finales de los años 80, llegando a cantar en la noche de serenatas, hasta un total de 8 tunas, conocidas con los siguientes nombres. "Tuna de l'Arcó", "los Maragatos", "los Mansos", "los Vegetos", "los Cachurros", "los Peques" y "La Cachimba". Más de 100 cantores se llegaban a reunir después de haber trabajado durante todo el verano preparando canciones, música y puesta en escena para no defraudar a tan exigente público. En los 90 aparecen nuevas formaciones como "los Churris" y "los Pin y Pon". Lo más significativo de esta época es que la invitación a los tunos pasa a realizarse en la calle y se extiende a todo el barrio, con lo que el silencio de la madrugada que convertía la noche en mágica, se pierde. A finales de los 90 esta hermosa tradición empieza a decaer y así llegamos al año 2002 en el que sólo llegaron a rondar 2 tunas. Por ello, hay que destacar la labor de recuperación desde el Patronato Municipal de Cultura con la celebración de Certamen de Tunas en Lopera, con el único objetivo de volver a relanzar y recuperar esta tradición de tunas y serenatas, en declive en los últimos años y animar a los jóvenes y menos jóvenes a que sigan con esta hermosa tradición.
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