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José Luis Pantoja Vallejo

Antonio García Monge. Fue un gran maestro en la poda del viñedo

Antonio García Monge. Fue un gran maestro en la poda del viñedo

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Antonio García Monge sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue el más mayor de una familia de siete hijos (Juan, Antonio, Francisca, Carmen, José, María y Juan), sus padres fueron Juan García y María Monge. La infancia de Antonio García trascurre en la popular calle Magdalena, donde sus padres tenía la casa familiar. Con apenas 17 años  es reclutado en Lopera por el bando rojo para participar en la Guerra Civil Española, donde recorrió diferentes frentes de la península para volver indemne. Tras la guerra realizó el servicio militar en África, concretamente en el Sáhara español. De vuelta a Lopera comenzó a trabajar en la viña de Morente como encargado y podador de viñas con tal arte que  llegó a enseñar a muchos loperanos e incluso era avisado de pueblos vecinos para realizar esta noble labor. También trabajo en otras labores del campo como la recogida de la aceituna, aunque lo que más le gustaba era la viña. Se casó en primeras instancias con  Antonia Lara Bellido, matrimonio de cuya unión nacieron dos hijas María y Antonia García Lara. Tras el fallecimiento de su esposa contrajo matrimonio por segunda vez con Ana Monge Ojeda, del que nacieron 3 hijos Juan, Francisco e Isabel. También estuvo siempre conviviendo con el matrimonio Antonio Rosales Monge, fruto del primer matrimonio de Ana Monge. Dentro de sus aficiones le encantaba el flamenco y más concretamente Juanito Valderrama y Pepe Marchena, asimismo no pasaba ni un solo día a la cita con sus amigos en la muralla del Paseo de Colón y a la partida de cartas en el hogar del pensionista con los hermanos mellizos Antonio y Manuel Coronado, Martín Puerto, Pedro “El Rey”, Juan Ramírez. con los que les gustaba  pasar buenos ratos y hablaban de sus vivencias en la guerra y posguerra. También le encantaba dar su paseo diario por los caminos de las afueras del pueblo, algo que le mantenía en buena forma.  Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y también tenía gran devoción por los 13 nietos que llegó a conocer (Dolores, Miguel, Pedro, José María, Antonio, Teodoro, María Isabel, Teodoro, Antonio, Ana Alicia, Antonio, Francisco Jesús y Antonio) con los que les gustaba pasar buenos ratos, ya que lo querían mucho pues era un abuelo muy bueno. Fue un hombre muy trabajador  y formal. Además se preocupó de darles a sus hijos un futuro mejor, en unos tiempos difíciles, sin disponer de otros medios, nada más de que su trabajo y el apoyo de su esposa. Su  memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

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