María de la Cabeza Lara Bellido. Una mujer luchadora hasta el último momento de su vida.
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera
El pasado día 17 de julio fallecía en Lopera a los 92 años de edad María de la Cabeza Lara Bellido y no pasa ningún día sin que sea recordada por su familia, vecinos y amigos. María de la Cabeza fue una mujer de gran vitalidad que dedicó su vida al cuidado de su marido y sus hijos. Fue la tercera de una familia de seis hijos (Benita, Antonia, Maria de la Cabeza, Juana, Antonio y Juan), sus padres fueron Francisco Lara Cantero y Adoración Bellido Morales . María de la Cabeza pasó la Guerra Civil en Lopera en casa de “Las Miguelicas” que tenían un refugio antiaéreo debajo de su casa y allí se metían cuando bombardeaban. En 1943 se casó con el novio de toda la vida, Miguel Monje Valenzuela y fruto de cuya unión nacieron sus hijos Pedro, Concepción y Francisco. Siempre que pudo ayudó al sustento de la economía familiar trabajando en la campaña de la recolección de la aceituna en los pagos de “El Monte”, “La Higuera”, cogiendo algodón y maíz en “La Albariza” con Sebastián Melero y en los veranos se trasladaba con toda su familia a una choza donde cuidaba de los melones que echaban en el pago de “Coamalo”, mientras su marido Miguel salía a vender los melones en camiones en otros pueblos de la provincia junto a Felipe Lara. La encantaba hacer ganchillo para sus hijos y nietos. Cuidaba con mimo las flores que tenía en su patio. María de la Cabeza fue una gran devota de la Morenita y San Antonio. Le encantaba pasar las noches de los calurosos veranos charlando en la puerta de la casa familiar de la calle Pilar con sus vecinas Mercedes “la Gilinda”, Pepa la de “Churrasca”, etc.. Se fue al otro mundo conociendo a sus seis nietos (Maria del Carmen, Susana, Mónica, Conchi, Miguel y Pedro) y dos biznietos (Nayara y Asier), por los que sentía gran pasión y con los que le encantaba pasar buenos ratos. Fue una mujer participativa dispuesta siempre a ayudar dentro de sus posibilidades a todo aquel que lo necesitaba y sobre todo muy trabajadora y generosa. Era una mujer muy apreciada y querida por todos sus vecinos. Los últimos años de su vida los pasó en casa de su hija Conchi luchando y llevando con gran entereza esa lacra del siglo XXI que es el alzehimer, hoy a pesar de haber pasado ya un tiempo, para sus nietas y su hija Conchi su madre sigue en su cuarto y de vez en cuando vuelven a darle una vuelta, ha sido todo un amor y entrega de una hija para con su madre. Su memoria permanecerá siempre muy viva en el recuerdo más intimo de todos sus descendientes.
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