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José Luis Pantoja Vallejo

Ochenta y ocho años de la aparición en Lopera de una imagen en terracota de la Virgen de la Cabeza

Ochenta y ocho años de la aparición en Lopera de una imagen en terracota de la Virgen de la Cabeza

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

Fue en mayo de 1927 cuando haciendo los albañiles los cimientos de la casa sita en la Plaza del Triunfo, número 5, cuando encontraron una imagen en terracota de la Virgen de la Cabeza. La misma fue regalada por sus dueños los hermanos Alcalá Gutiérrez a su tía, la polifacética, Elisa Alcalá Marín (1874-1962), una mujer con grandes dotes de sensibilidad, de hecho fue la pri­mera mujer de Lopera que consiguió superar unas oposiciones a Telegrafista, aunque nunca llegó a ejercer. Gran poetisa y Directora durante dos décadas del Grupo de Teatro “Cuadro Artístico de Lopera”. Elisa Alcalá Marín custodió la imagen hasta la llegada de la Contienda Civil, poco antes de su estallido y ante las dificultades que se avecinaban en la villa, decidió entregar la Virgen a la familia Valcárcel García, que curiosamente son familia del médico que primitivamente buscaba el tesoro de Lopera. La Virgen pasó la Guerra Civil en Madrid, aquí estuvo en un baúl envuelta entre ropas de cama para que no sufriera deterioro. Tras finali­zar la guerra volvió a Lopera con la familia Valcárcel García y fue cuando se decidió por parte de la misma realizarle una peana de madera para que se pudiera mantener de pie. La peana fue realizada por el carpintero local, Serafín Huertas Chueco y la misma se ha mantenido hasta nuestros días. Hoy tras 86 años, la virgen sigue en Lopera custodiada y mimada en el domicilio de los herederos de María Valcárcel García. En cuanto a su descripción, la imagen posee las siguientes dimensiones 15,5 centímetros de altura, por 10 centímetros de anchura y 5,5 centímetros de volumen. La imagen con la peana tiene una altura de 22 centímetros. La Virgen está realizada en terracota y tiene forma triangular, simbolizando un acercamiento hacia el cielo. Su estado de conservación es muy bueno, sin embargo hay que destacar que desgraciadamente no se ha conservado la cabeza del niño, que nos hubiera servido para compararla con la de la Virgen. No podemos afirmar si se trata de una imagen única o pertenece a una serie de devoción popular, que bien pudo ser encargada por una familia de Lopera a imita­ción de la que se veneraba en Andújar. Sin lugar a dudas nos llama poderosa­mente la atención el rostro de la virgen, que pese a su reducido tamaño tiene una gran expresividad y está trabajado de forma muy grácil la parte frontal con ras­gos muy dulces. El mismo está rodeado de un rostrillo que simula al antiguo que tenía la virgen en plata. En cuanto al manto se presenta en perfecto movimiento sus pliegues y está decorado con elementos florales y vegetales en estofado azul y oro, que sigue los modelos de las vírgenes más antiguas de España (Guadalupe, Montserrat, Covadonga, Virgen de la Cabeza etc.) En cuanto a la corona que posee la imagen es imperial y está dorada. También hay que resaltar que se ha conserva­do el tocado del niño y que la imagen se presenta sin mano.  


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