Una era en miniatura.
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera.
Otra manera de recuperar y dar a conocer los viejos oficios en extinción. El loperano Diego Pérez Gutiérrez lleva camino de convertir su domicilio en un verdadero museo de artes y costumbres loperanas en miniatura de madera. Este octogenario comenzó hace unos años por interesarse en hacer objetos de madera en miniatura (sillas, puentes, pozos, etc.). Después realizó su gran obra maestra que le llevó casi un año y medio de trabajo, la reproducción en miniatura de una almazara de aceite, con todo el sistema de molturación a la antigua usanza (capachos, cubos para la masa, moledero, tolva, motor, termo, bomba a presión, vagoneta, depósitos, caldera de vapor, etc.). Tras el éxito obtenido y las buenas críticas de todos los que la llegaron a visitar en las distintas exposiciones llevadas a cabo en la provincia, se animó y pasó a reproducir con gran precisión un lagar para molturar uvas con castillete y prensa de husillo, pozuelos y andanas de barriles. En todas sus obras Diego Pérez ha dejado impregnado su arte y su buen hacer con unas mínimas herramientas (limas, garlopa, navajas, sierras, etc.) pues tiene unas manos prodigiosas y una memoria extraordinaria de como funcionaba y como era todo hace ya muchos años. Hace unos meses se propuso un nuevo reto, reproducir todos los aperos y animales que intervenían en las eras que había en la entrada de los pueblos, donde los campesinos tras la siega, volvían la parva al compás de viejas cancioncillas. Así ha conseguido reproducir fielmente todos los aperos que se llegaban a utilizar como la trilla, la pala, la bielda, las narrias, los rastros, la criba, la medida, la orca, los mulos, etc. con el único objetivo, como dice Diego, de “que sean conocidos por las nuevas generaciones y que nunca se pierdan, pues han sido durante muchos años los compañeros de trabajo de muchos loperanos”. A este loperano le encanta que los niños y las personas mayores se acerquen hasta su taller y allí les pueda explicar el funcionamiento de la almazara, del lagar y los distintos aperos que se utilizaban en las eras. Con todo este ingente trabajo Diego se siente útil y vivo a la vez, pues ha encontrado en el moldeado de las maderas a un gran aliado y que le estimula cada día para seguir adelante. En estos días son muchos los emigrantes que están pasando unos días en el pueblo y por tanto tienen una cita ineludible en el taller de Diego Pérez, pues a buen seguro que pasarán un rato agradable sumergiéndose en el pasado a través de las miniaturas en madera.
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