Diego Manchado Cerezo. Una vejez rejuvenecida entre aneas.
Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera.
En pleno siglo XXI, aún se siguen conservando viejos oficios que nunca deberían de desaparecer, pues sin duda forman parte de la idiosincrasia y las costumbres de los pueblos de la provincia de Jaén. Este el caso del silletero, que en Lopera está luchando contra viento y marea por mantenerse gracias a Diego Manchado Cerezo, un loperano jubilado de 78 años de edad, que sueña cada día con poder enseñar este oficio a un joven, con el único objetivo de entregar el testigo y de que no se pierda la vieja tradición de echar asientos de anea. Ahora en pleno otoño y durante el invierno, Diego pasa gran parte del día en su pequeño taller de la Huerta Moreno donde rodeado de aneas y en compañía de sus perros mata el gusanillo, a la vez que se entretiene y de paso accede a las peticiones de algunos amigos y sigue echando culos de anea. Con unas manos hinchadas y algo atrofiadas Diego sigue entrelazando aneas, para las que sólo necesita la habilidad de sus manos, tabletas, punzón de madera, espátula, navaja y tijeras. Las aneas nos comenta Diego Manchado que las recoge del arroyo del “Molinonuevo” donde se crían en abundancia, luego las pone al sol unos 15 días y cada 2 días le da un riego con agua. Para hacer un buen asiento de anea tiene que dedicar un día por completo de trabajo y suele cobrar unos 20 euros, con este dinero no se llega a pagar la cantidad de horas que tiene que echar, ya que nuestro silletero es muy meticuloso en sus trabajos, pues siempre le gusta presentarlos muy bien acabados, aunque para ello tenga que sufrir más de lo normal la cintura y sus manos. En este trabajo, siempre ha utilizado el sistema tradicional de cruzar las aneas, pues la anea no se amolda a dibujos como es el caso de otros materiales como las cuerdas. Este tiempo es el mejor para trabajar la anea, pues en verano se reseca y no se puede trabajar, en este sentido nos comenta que la anea con la humedad se moldea mejor y no se tiene que mojar, pues si se moja mucho la anea, al secarse el asiento, éste se queda suelto y pierde cuerpo. La vida de los asientos o culos de anea tiene sus días contados, por suerte aún existen algunos loperanos que apuestan por lo antiguo y genuino y siguen llevando a Diego Manchado, alguna que otra silla para que le eche el culo. Sin embargo cuando este entrañable loperano diga no más, la tradición del silletero de aneas se lapidará como otros tantos oficios que han ido desapareciendo en los últimos años en la localidad.
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