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José Luis Pantoja Vallejo

Mateo García Ruiz. Fue un joven muy abierto y cariñoso

Mateo García Ruiz. Fue un joven muy abierto y cariñoso

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El recuerdo vivo de Mateo García Ruiz sigue muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Fue tercero de una familia de 4 hijos (Nicolás, Lucía, Mateo y María del Carmen), sus padres fueron Nicolás García Hurtado y Benita Ruiz Ruiz. La infancia de Mateo trascurre en su domicilio familiar de la calle San Cristóbal y en la aulas del Colegio Miguel de Cervantes. Cuando hizo la Primera Comunión, recuerdan sus hermanas Lucía y María del Carmen, que en medio del convite se escapó y con el dinero que le dieron sus familiares y vecinos se presentó en su casa con una bicicleta que compró en casa de Alonso Moreno y sus padres le hicieron devolverla y a los pocos días su hermano Nicolás se la regaló. Pronto destacó por  su gran habilidad y destreza para realizar todo tipo de artesanía de la madera, cosa que sin duda heredo de su padre y su abuelo excelentes artesanos de la madera. Así que acudía a diario al taller de carpintería de su padre para ayudarle. Durante algunos años también fue monaguillo con D. Joaquín Parras y era muy travieso ya que se bebía el vino del cura. Fue miembro de la Banda Municipal de tambores y cornetas del maestro Juan Alcalá donde tocaba el bombo, aunque su gran afición y debilidad fueron las motos y sobre todo el motocross.  Antes de partir para hacer el servicio militar trabajo algunos años junto a sus hermanas Lucia y María del Carmen con las que estaba muy unidas en la recolección de la aceituna con D. Vicente Orti en los pagos de “Los Morrones” y “Pan y aceite”. Estando haciendo el servicio militar en Cartagena (Murcia) y cuando comenzaba a vivir una larga enfermedad le arrebató la vida a los 20 años. Dejó un gran racimo de amigos (José de la Torre, José Alcalá, Manuel Chiquero, Francisco Crespo etc.)  que todavía guardan un grato recuerdo de sus vivencias. Mateo era ante todo un bonachón, que nada era suyo y todo lo compartía con los demás y era muy servicial con todo el mundo. Fue muy abierto, cariñoso y a la vez guasón y un gran seguidor del F. C. Barcelona y le gustaba practicar el deporte del fútbol con sus amigos del barrio en el estadio Santo Cristo de Lopera. Siempre iba acompañado de su inseparable perro Yaki, el cual desapareció el mismo día que falleció su amo.  Su memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus familiares y amigos.

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