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José Luis Pantoja Vallejo

Despedida emocionada a un loperano de pro, Manuel Merino Valenzuela.

Despedida emocionada a un loperano de pro, Manuel Merino Valenzuela.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

Querido amigo Manuel:

 

En estos duros momentos aún no me hago a la idea de que te voy escribir mi última epístola, tu despedida fue repentina. Tuvo lugar en Málaga el día de Santa Margarita que siempre quedará clavado en mi memoria, pues además de ser el día de la onosmática de mi madre, recibí a media mañana la triste noticia del fallecimiento de un buen amigo y sobre todo de un gran hombre y un  loperano de pro. Manuel Merino Valenzuela, nació en Lopera el 2 de Mayo de 1950 en el número 2 de la popular calle Jardines. Sus padres fueron Juan Merino Melero y Josefa Valenzuela Delgado. Manuel fue el mayor de seis hermanos. Su infancia y adolescencia trascurre en Lopera estudiando, jugando con sus amigos Benito Vallejo, Manuel Acevedo, Benito Alcalá, José Herrador, José Haro, Francisco Cantero, Miguel Antelo entre otros muchos y ayudando en casa pues pronto murió su madre Josefa y su abuela Benita tuvo que hacerse cargo de criar a todos sus hermanos (Diego, Beni, Mari, Juan y José). Durante temporadas también ayudaba a su padre Juan en las tareas de mantenimiento de los Pozos de Talero, que servían para suministrar el agua potable a Lopera. Su padre Juan era una persona muy polifacética y de él heredó las habilidades para ser un “manitas”, pues nada se le resistía y de todo entendía. En el año 1971 marchó a Madrid en busca de nuevos horizontes, no dejando nunca de pensar en su añorada Lopera. Completó su formación en la capital de España y se incorporó al mundo laboral en el año 1973. En 1975 tras contraer matrimonio en Leganés con la mujer de su vida Domi Sierra Pablo y por razones de trabajo fija su residencia habitual en Málaga donde nacen sus dos hijos Juan Luis e Imelda. A lo largo de su dilatada trayectoria laboral transitó por la empresa privada durante unos veinte años, desempeñando puestos de alta dirección, dentro del sector del transporte. En la década de los noventa, funda su propia empresa en Madrid, Novoservi, S.A., de la que fue Consejero Delegado hasta su retorno definitivo a Málaga, ciudad en la que tristemente falleció el 10 de junio y donde tenía la gerencia de su propio negocio. Su vinculación con Lopera era total, pues a su sentimiento de adscripción se unía sus innumerables aportaciones, entre las que puedo enumerar algunas de ellas. Fue colaborador incansable durante una década en el Programa de Feria y Fiestas de los Cristos que anualmente publica el Ayuntamiento, y pregonó tanto las Fiestas de Los Cristos, en el año 2003, como las fiestas patronales de San Roque, en el año 2005. Miembro de la Comisión Ejecutiva de la Plataforma Ciudadana del castillo de Lopera, creada el 25 de febrero del 2000 y que logró la titularidad pública del Castillo el 27 de diciembre de 2002. Impulsor de los Estatutos de la Orden gastronómica “El Cachurro loperano” que pretendía hacer coincidir con los equinoccios y solsticios para la degustación según temporada de cachurros, migas, salmorejo y gachas respectivamente. Como gran castizo, Manuel asistía con frecuencia a las veladas y encuentros peñistas de la Peña Flamenca “Torreón del Cante” de Lopera de la que era socio. Antes de su fallecimiento escribía con gran ilusión un libro sobre temas loperanos, que esperaba poder publicar en breve. Estrechamente vinculado a Lopera, por razones sentimentales, familiares y empresariales, siempre que tenía un hueco le encantaba volver a su taifa loperana en compañía de su inseparable Domi. Recuerdos imborrables vienen a mi memoria, como los vividos en la primera salmorejada celebrada en el sótano de su casa “Villa Imelda”, (en la que participaron: la familia Pantoja, Cano, Jurado, Merino y Medina) al que llamaba "la bodeguilla" donde además mantuvimos con mi amigo Jerónimo Medina innumerables tertulias sobre los más diversos y variopintos temas de actualidad y de la historia de Lopera. Manuel fue un amante de la música clásica y gran seguidor de los verdiales, además de un autodidacta que se había forjado así mismo a través de sus miles de lecturas. Cuando hablabas de cualquier tema con él era admirable su verborrea en la que dejaba mostrar el acervo cultural adquirido como gran lector, de lo que puedo dar fe, pues siempre que pasaba por su puerta lo veía leer en un sillón de mimbre a la entrada de su bodeguilla. Llevaba por bandera a su querida Lopera y mantuvo en todo momento un vivo interés por todos los asuntos relacionados con su pueblo y en especial con la cultura; en diciembre de 2007 fue invitado por la Concejalía de Cultura a participar en las XIX Jornadas de Historia de Lopera y lo hizo con una Conferencia que versó sobre “Los Pozos de Talero” un tema que tuvo bastante relevancia para el desarrollo de Lopera a partir de los años 50 y que dejó profunda huella entre todos los asistentes. Sin duda, ésta es una pérdida irreparable de la que me costará mucho hacerme a la idea pues cada vez que me encontraba bajo de ánimo, él tenía una frase para apoyarme y darme constante apoyo cuando lo necesitaba. Nunca olvidaré tu última visita a Lopera junto a tu amada mujer, Domi y todos tus hermanos y cuñados coincidiendo con la celebración del Corpus que viste procesionar bajo la sombra del histórico “tapacular” de la Plaza del Padre Bernabé Cobo. Tu memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos tus descendientes. Descansa en paz amigo Manuel para siempre en tu querido pueblo de Lopera.

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