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José Luis Pantoja Vallejo

Las 107 primaveras de Francisca Rodríguez Serrano

Las 107 primaveras de Francisca Rodríguez Serrano

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

Una mujer con una salud de hierro. La abuela de Lopera Francisca Rodríguez Serrano cumple 107 años en compañía de sus familiares. Con la mirada fija y el típico de “¿ya se ha pasado otro año niño?”, nos recibía en su domicilio de la calle José López Quero, la mujer más longeva de la historia de Lopera. Paquita “la del Saltillo” como es conocida en Lopera al pasar buena parte de su vida en el cortijo del Saltillo, sigue un año más con sus característicos achaques de “estoy muy mala, ya he cumplido con creces y estoy harta de estar en este mundo”. El secreto de esta entrañable mujer es el tener un buen apetito y llevar la vida los más natural posible sin sobresaltos. Un día normal en la vida de Paquita comienza a las 1 de la mañana, pues antes es muy difícil que se levante. Le ayuda a levantarse su nuera Leli y su hijo Serafín al que todos los días le dice de todo menos bonito. Luego se sienta en la cristalera  y a las dos a comer lo que sea, pues le gusta todo. Luego duerme un poco la siesta y ve la televisión, que curiosamente es ella la dueña del mando y la cambia, la pone y la quita cuando le apetece. Merienda un vaso de leche y un bizcocho. A las 9 cena tortas, leche y un flan y a las 9,30 a la cama. En este último año se queja a su hijo de que se le han caído dos dientes de la dentadura postiza y le cuesta comer y le dice que haber cuando se los repone. Un año más sigue sin colesterol, ni usa gafas, de oído fenomenal (aunque a veces se hace la sorda cuando algo no le interesa) no toma ninguna medicina, no se ha resfriado y del médico dice que ni lo conoce, ni falta que le hace. Este año por primera vez habló a través del teléfono con su nieta Paqui, pero dice que no se apaña con estos trastos tan raros.  Como cada 5 de mayo lo pasó en compañía de sus hijos Enrique y Serafín, sus nietos Enrique, Paqui y Pepe y sus nueras Paqui y Leli, esta última le preparó un suculento plato de su comida preferida la leche migada y las albóndigas en pepitoria, dando buena cuenta de ambos. Paquita guarda celosa su carne de identidad el cual no ha renovado desde el 14 de julio de 1970, pues dice que no hace falta, ya que no vota y preguntada por los políticos dice “Nunca me han gustado, sólo el que me da la paga”. Nos despedimos de Paquita y siempre lo hace con un deseo “que a mi familia no le pase nada, que estén todos buenos”, siempre los mismo achaques y como dice su hijo Serafín “se viene quejando de vicio desde hace muchos años”. Por último nos dijo “niño el año que viene no vengas, pues quizás no estaré aquí”.

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