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José Luis Pantoja Vallejo

Francisco Cobo Alcalá. Un hombre de gran corazón y sentimientos

Francisco Cobo Alcalá. Un hombre de gran corazón y sentimientos

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El paso de los años no ha impedido que siga muy presente en sus familiares, amigos y vecinos de Lopera el recuerdo vivo de Francisco Cobo Alcalá, a pesar de que su fallecimiento tuvo lugar ya hace algunos años. Francisco fue el mayor de una familia de tres hijos (Francisco, Amparo y Carmen). Sus padres fueron Juan Cobo Santiago y Ana Alcalá Teruel. Cuando volvió del servicio militar conoció al amor de su vida y tras siete años de noviazgo se casó en el año 1957 con Francisca García Girón, la mujer de su vida. Fruto de esta unión nacieron 2 hijos, Juan y Ana María. La infancia de Francisco trascurre en el domicilio familiar de la popular calle del Pilar. Su juventud la pasó trabajando en los olivares de su familia y tras contraer matrimonio montó una tienda de comestibles en la calle Jesús. Años después se presentó a una plaza de policía local en el ayuntamiento de Lopera la cual ganó y este cargo lo desempeñó hasta su jubilación en el año 1990.  Sus ratos libres además de dedicárselos a su familia, les gustaba pasarlos en sus estacas de olivos en el pago del arroyo el estanco o los que tenía en Vilchez. Todos los días le gustaba visitar a sus dos hermanas Amparo y Carmen a las cuales quería con gran locura. Le encantaba la televisión y a diario nunca faltaba a su cita con la serie de Curro Jiménez o el Equipo A. Le encantaba hacerle los mandados a su mujer con su inconfundible Nissan Patrol blanco. Fue un gran aficionado a los toros y siempre que su trabajo se lo permitía no se perdía ninguna tarde taurina. Su imagen echado sobre la vara de varear con su cigarro en la boca en los descansos de la recogida de la aceituna siempre será recordada por los que tuvimos el honor de trabajar con él en las campañas de la aceituna en los pagos de la Canaleja junto a su cuñado Rafael Peinado “el cañetero”. Su vida estuvo marcada por ser un hombre que se desvivía por su familia y también tenía gran devoción por sus cuatro nietos (Paco, Rocío, Carmen y Juan José) con los que les gustaba pasar buenos ratos y lo querían mucho pues era un abuelo muy simpático y a diario los llevaba a la guardería y al colegio. Fue un hombre muy formal y legal, y todos los que lo llegaron a conocer sabían que tenía un gran corazón y era muy generoso. Era amigo de sus amigos, de los cuales presumía tener muchos y muy buenos, con los que le encantaba departir todas las tardes en los asientos de la Verja. Su  memoria permanecerá siempre viva en el recuerdo más íntimo de todos sus descendientes.

 

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