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José Luis Pantoja Vallejo

Homenaje Póstumo a un gran loperano: Carlos Barberán Valcárcel (Lopera 1919-Madrid 1998). “Era el cordón umbilical que nos unía con el pasado”

Homenaje Póstumo a un gran loperano: Carlos Barberán Valcárcel (Lopera 1919-Madrid 1998). “Era el cordón umbilical que nos unía con el pasado”

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

Pronto se cumplirán 13 años que nos dejó para siempre mi entrañable y respetado amigo Carlos Barberán Valcárcel (Lopera 1919-Madrid 1998). Desde este rincón de la cultura loperana quisiera rendir un pequeño homenaje a alguien que era un autodidacta forjado a base de impulsos intelectuales, que sabía como nadie de todo lo que le preguntaras relacionado con su querida Lopera.  Carlos Barberán, ante todo era un caballero, una buena persona, de gran bondad y humildad. Personalmente siempre lo consideré un historiador, pues entiendo que él no necesitaba título, pues muchos alardean de tenerlo y luego, ni tan siquiera ejercen como tal. Entre muchas buenas acciones a él le debemos los loperanos: Que la túnica de Nuestro Padre Jesús Nazareno esté aún entre nosotros. Tuvo la feliz idea de llevarla siempre consigo, incluso en plena Guerra Civil. Fue el impulsor junto a otros loperanos, de la Reorganización de la Soldadesca del Santísimo Cristo del Humilladero en el año 1948. Influyó, de una manera determinante, en la recuperación de la Semana Santa Loperana y de sus tradiciones e indumentarias de las cofradías. Ha cantado, con una pluma envidiable, el paso de los pintores loperanos por la capital de España (Cantero, Acevedo, Vicente Toro etc.). Fue fundador de los Pregones de la Feria de los Cristos en el año 1969 y de la Semana Santa Loperana en 1965 a través de la Emisora de Radio Parroquial de Lopera. Era un destacado cómico en los teatros de Dª Elisa Alcalá Marín, del Cuadro Artístico de Lopera, durante dos décadas. Además ejerció de colaborador incansable en los Programas de Feria de los Cristos desde el año 1944 con el artículo “Las Capeas”, hasta el año 1998, cuando falleció, con “Bosquejo literario para un retrato del Cojo Churrasca”. Colaboró en periódicos de ámbito nacional y provincial. En las páginas de Diario JAEN se conservarán para siempre, sus emotivos “Cuentos de Navidad”, recreados en su querida Lopera. Me indujo a que indagara en el canto popular de las “Muleras”, que afortunadamente hemos podido recuperar para las futuras generaciones. Para mi, Carlos Barberán era toda una institución, una enciclopedia loperana andante. Personalmente tengo un gran vacío cada vez que llegan los Cristos, pues ya no los entiendo sin su presencia (durante más de una década fue el momento más esperado para mi). Vivencias inolvidables dando un paseo por las Escalerillas y por su querida calle del Pilar o bien debajo de las frondosas ramas del tapacular de la Plaza de Bernabé Cobo. En algunas ocasiones me he permitido abusar de su infinita amabilidad y tras fusilarlo con miles de preguntas, el bueno de Carlos me decía: “Que buena simiente echó al mundo tu abuelo Antonio. Pepe Luis eres como el yunque y el martillo, que pesaos sois los Pantojas. ¿Cuándo vas a terminar de preguntarme, que se me va enfriar el “biscutes” de cerveza enca Pileta? Daba entonces su característica remolineta, me miraba por encima de las gafas y volvíamos a hablar de las “Muleras”, del carnaval, del cine, de la Velada de San Miguel en torno a la Tabernas de Rogelio y el Lorqueño, de los dulces de Elvirica, del alfarero que había en la Calle Jesús, de los enormes bolsillos de las túnicas de Ntro. Padre Jesús para atiborrarlos de garbanzos tostaos, del surtidor de gasolina de Vicente Rey etc. Para mí siempre ha sido una pérdida irreparable. Nunca olvidaré sus cartas y estímulos hacia mi persona, su infinita bondad y me siento orgulloso de haber sido su amigo y nunca me perdonaré no haberlo visitado, pues una de sus ilusiones era la de recibirme en su casa de Madrid.  Por último me quedo con dos de sus múltiples reflexiones:

Por Semana Santa: “Como me llega la Misa que oigo en mi pueblo, no me ha llegado ni en el Vaticano”

Sobre los Cristos: “No hay otro placer que supere, en una noche agosteña, gracias a los nuevos métodos de congelación, tomar un helado en el kiosco de “Canastas” o del “Moreno”, viendo taparse la luna con la torre del castillo”.

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