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José Luis Pantoja Vallejo

Bernardo Martínez Alcalá. Fue un hombre muy querido y respetado en Lopera.

Bernardo Martínez Alcalá. Fue un hombre muy querido y respetado en Lopera.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

El próximo día 23  de marzo se cumplirá el tercer  aniversario de la muerte del loperano Bernardo Martínez Alcalá  y no pasa ni un sólo día sin que sea recordado por sus familiares y amigos, pues ante todo era una buena persona, trabajadora y emprendedora que se desvivía por el bienestar de su familia. Bernardo fue el más pequeño de dos hermanos (Manuel y Bernardo) y sus padres fueron Manuel Martínez Rojas y Ana Alcalá López. Los tres años de Guerra Civil Española los pasó con su familia en la Imora de Jaén. En 1956 se casó con la mujer de su vida Josefa Hidalgo Clemente y fruto de su matrimonio nacieron seis hijos, Ana, Manuel, Paqui, Luis, Mati y Mari José. Tras realizar los estudios primarios en el Colegio Francisco Giner de los Ríos, la familia Martínez Alcalá se trasladó a vivir al cortijo de Vilches donde Bernardo comenzó a trabajar en las tareas del campo. Posteriormente también trabajó como mulero en el cortijo de los Morrones, propiedad de Antonio Navarro. Tras casarse comenzó a trabajar llevando los olivos de Miguel Casado Antelo “El Barberito” y en 1967 inicia su actividad como hostelero en el bar del Cine Colón de verano de los hermanos Elisa y Julián Alcalá. Dos años más tarde abrió el famoso bar del Hogar Juvenil, por donde pasó prácticamente todo el pueblo, al tener acceso al campo de fútbol y donde se hicieron famosos los flamenquines y los caracoles, que a diario iba a comprar hasta el Mercado de Abastos de Andujar en su moto para que fueran frescos y que su esposa Josefa los preparaba como nadie. Durante algunos años también regentó el bar del Hogar del Pensionista donde se jubiló. Una vez jubilado no se quedó quieto y estuvo llevando sus olivos en los Pagos de Monteviejo, la Canaleja, Caminillo Alto, Cucarrete y la Viña Morente. Dentro sus aficiones le gustaba mucho los toros, la caza de perdiz con reclamo, los animales que tenía en su corral (gallinas, conejos, pájaros de todas clases etc.) y sobre todo acudir a diario a su huerto que tenía en la calle Sor Ángela de la Cruz donde cultivaba patatas, lechugas, coliflor que luego las repartía entre su familia y amigos.  Le apasionaba ir todos los domingos a misa y después charlar con sus amigos mientras tomaban el vino, entre ellos estaban el cura D. Martín Santiago Fernández, el médico D. Manuel González, Rafalito Muñoz, Eufrasio Barberán, Pascual Coca y muchos más. Fue devoto y hermano de la Hermandad de San Isidro Labrador y fiel devoto de la Morenita, que siempre que podía le hacía una visita al Santuario de Sierra Morena. Fue un gran colaborador del Cronista Oficial, en la recuperación de la historia y las tradiciones de Lopera. No tenía nada suyo, todo lo compartía y les enseñó a sus hijos el tratar a todas las personas con el mismo respecto. Conoció  en vida a nueve nietos (Bernard, Mari Beni, Nicolás, Ana Belén, María José, Pedo José, Maria Ángeles, Luis y Mario)  y dos biznietos (Kiara y Ariadna)  con los que le gustaba jugar y pasar buenos ratos. Fue un hombre muy querido y respetado en el pueblo, amigo de sus amigos. Sus restos reposan como el quería en su querida Lopera. Su persona siempre estará presente como un grato recuerdo en los corazones de los suyos.

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