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José Luis Pantoja Vallejo

El Origen y la tradición de la Fiesta de la Candelaria en Lopera.

El Origen y la tradición de la Fiesta de la Candelaria en Lopera.

Imagen de Ntra. Sra. de la Candelaria de Lopera tallada por el loperano Juan Manuel Bellido Bueno

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

De la fiesta religiosa de Ntra. Sra. de la Candelaria en nuestro pueblo tenemos constancia de su celebración desde el siglo XVII, según se desprende de los datos que se han conservado en los fondos del Archivo Histórico Municipal que se conserva en el ayuntamiento de Lopera. Gracias a los libros de las Cuentas de Propios, también sabemos que los gastos que generaba esta fiesta eran sufragados por el Cabildo, así en el año 1626, se gastaron en la Fiesta de la Candelaria un total de 74 reales. Las  fiestas de la Candelaria se iniciaban el día 1 de febrero por la noche con la realización de candelas por zonas o barrios del pueblo. En la actualidad se sigue manteniendo la tradición de celebrar en la noche de primera de febrero las típicas candelas. En los días previos a las mismas, los niños de Lopera comienzan con la dura tarea del arrastre de ramón procedente de la poda de los olivos, desde el tajo hasta sus respectivas calles o barrios. Todo un ritual que ha ido pasando de padres a hijos y forma sin duda una estampa costumbrista, al contemplar por los aledaños de la localidad regueros de niños arrastrando con cuerdas y su propia fuerza haces de ramón, que en algunos casos llegan a recorrer a pie varios Kilómetros. Una vez que se llega a altozanos, plazoletas y la extrarradio de la población, se forman grandes montículos de ramón y enseres viejos, que son custodiados durante el día y parte de la noche por miembros de la candela, para evitar que les sean usurpados por miembros de otros barrios. En la noche del 1 al 2 de febrero todo el ramón y los enseres viejos son pasto de las llamas. En torno a la lumbre se agolpan gran cantidad de niños y mayores que bailan al corro y se cantan canciones legadas de nuestros antepasados. También se aprovecha la candela para asar en las ascuas los productos de la última matanza (chorizos, morcillas, panceta etc.) y también es costumbre saltar sobre la lumbre a cargo de los mozos más atrevidos.

De las muchas canciones que cantaban nuestros antepasados haciendo un corro en torno a la lumbre, algunas de ellas decían así:

 

“San Pedro tiene las llaves

Las del cielo y las de Roma

Y el Pedro que a mi me quiere

Tiene la de mi persona”.

 

 El día 2 tenía lugar  una solemne función religiosa en la parroquia oficiada por el Prior y una procesión con la imagen de la Candelaria alrededor de la parroquia conmemorando la Fiesta de la Purificación de la Virgen. La procesión era muy sencilla y recorría la típica “vuelta a la manzana” (calles Alfonso Orti, Real, García de Leaniz, Iglesia y Parroquia). La imagen de la virgen era portada  por un  grupo de mujeres sobre unas andas y en la peana donde iba la virgen llevaba dos pichones y una tarta bizcocho que luego era regalada al Prior. También era costumbre en esta fiesta dar caramelos a la chiquillería. Hace unos años se recuperó la tradición de ofrecer a la Patrona de Lopera la Inmaculada Concepción todos los niños bautizados en el año, conocida como la Fiesta de la Madre Cristiana y del Hijo Menor, en la que se rememora la Presentación de Jesús en el templo a los 40 días de su nacimiento. Finalizaba la fiesta con el reparto de cientos de roscos de vino entre todos los asistentes.

La Candelaria marca el final del ciclo de Navidad, que empezaba el 8 de diciembre con la Fiesta de la Patrona y acaba con la Fiesta de la Purificación de María en el Templo. Antiguamente en la misa de la Candelaria se bendecían velas de varios colores, cada color para un uso, y se repartían a los fieles. Al tratarse de velas bendecidas, no se empleaban para el consumo, sino que se reservaban  para usos de carácter religioso.  Se empleaban para prevenirse de los rayos y del granizo en las tormentas, para ahuyentar a las brujas y los malos espíritus, para proteger a la familia de las enfermedades, y también a los rebaños y  animales de labranza. La vela blanca se empleaba para las ceremonias religiosas: la procesión del mismo día de la Candelaria, la Semana Santa, etc. La amarilla, para los funerales y para iluminar durante  la extremaunción a los moribundos.  En algunos casos las velas las daba la iglesia, proporcionadas por cofradías que se ocupaban  del culto a la Virgen  de la Candelaria. En otros casos, era el ayuntamiento el que corría con el gasto, y en otros finalmente los mismos fieles tenían su propia fabricación de velas y las llevaban  a bendecir a la iglesia. Para las mujeres embarazadas, las que acababan de dar a luz y las que deseaban descendencia, esta festividad tenía una especial significación, y en torno a ella se desarrollaron curiosas tradiciones. 

La luz de las velas benditas jugaba un papel importante en la felicidad de los partos y en las oraciones para conseguir marido o para quedar embarazadas. De ahí que en algunos lugares la fiesta de la Candelaria, que era la primera “media fiesta” del año (no era de precepto) se consideraba exclusivamente de mujeres, por lo que no permitían asistir a los hombres. 

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