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José Luis Pantoja Vallejo

Loperanos retornados: Pedro de la Torre de la Torre" Casi cuatro décadas de trabajo en Alemania"

Loperanos retornados: Pedro de la Torre de la Torre" Casi cuatro décadas de trabajo en Alemania"

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

A continuación reproducimos el artículo publicado en Diario JAEN el domingo 9 de mayo realizado por el redactor jefe de provincias Angel González Maldonado dedicado al loperano Pedro de la Torre de la Torre que ha estado durante 37 años trabajando en Alemania y ha regresado a su querida Lopera junto a su mujer Teresa Garrido Gordillo.

"Si la nacionalidad de una persona se determinara en función del país en el que se hubiera pasado más tiempo, Pedro sería alemán en vez de español. De sus 65 años, 37 han transcurrido en el país germano, adonde marchó en el año 1972 y del que regresó definitivamente hace tan sólo dos, en 2008. Pedro de la Torre nació en Lopera en plena posguerra, en el año 1944. Aprendió las reglas básicas en la escuela y, cuando apenas era un adolescente, comenzó a trabajar en el campo, entre olivares y viñas. Se enamoró de Teresa Garrido Gordillo, loperana como él, con la que se casó. La necesidad de encontrar un trabajo estable para mantener a su familia fue lo que lo llevó a barajar la posibilidad de marcharse al extranjero. “Decidí embarcarme en esta aventura por la falta de trabajo. Primero me fui yo solo y mi mujer y mi primer hijo se quedaron en Lopera”, explica. Tras un primer periodo en una ciudad en la que no conocía a nadie, un paisano le ofreció la posibilidad de trasladarse a Osnabrück, donde se estableció definitivamente. Allí encontró trabajo en una fábrica de carrocerías de automóviles que trabajaba para Volkswagen.

Cuando regresó a Lopera de vacaciones, tomó la decisión de trasladarse definitivamente con su mujer y su hijo a Alemania y empezar una nueva vida en el país germano. “Tanto mis padres como los de mi mujer habían fallecido ya, por lo que no sentíamos la ‘atadura’ de la familia para marcharnos y comenzar una nueva vida lejos de nuestra tierra”, manifiesta Pedro. Desde el principio supieron plantar cara a las dificultades propias de quien llega sin conocer el idioma y las costumbres. Poco a poco, se fueron acostumbrando a un país con muchas diferencias con el de procedencia pero en el que, según subraya, siempre se sintieron bien acogidos y respetados. En la fábrica en la que trabajaba Pedro, había representantes de múltiples nacionalidades. Una convivencia marcada siempre por la cordialidad. Además, la colonia española en Osnabrück era muy importante. De hecho, contaban con un centro en el que se reunían y compartían numerosas actividades, lo que, a pesar de la distancia, hacía sentir un poco más cerca la tierra añorada. En cualquier caso, según explica Pedro, aguardaba con ilusión la llegada de las vacaciones para poder regresar por un tiempo a Lopera, recorrer sus calles y compartir el tiempo con sus gentes. El vínculo con la tierra natal se acrecentó aún más cuando uno de sus tres hijos se enamoró de una loperana, con la que finalmente se casó.

Pedro de la Torre siempre tuvo muy claro, y así se lo comunicó a sus amistades, que cuando llegara el momento de la jubilación regresaría definitivamente a su tierra natal, a su querida Lopera. Y así fue. Cuando lo hizo, en 2008, decidió con su mujer volver. Atrás quedó prácticamente toda una vida, tras 37 años de trabajo y trayectoria en el país alemán. La alegría por la vuelta se mezcla también, en ocasiones, con la añoranza de los seres queridos que echaron raíces en el país germano y que no volvieron porque sus vidas ya estaban allí. Es la parte más dura de una vuelta ansiada durante casi cuatro décadas.

 

Una vida tranquila en Lopera

 

Pedro de la Torre disfruta junto con su mujer del descanso merecido en Lopera tras años de trabajo. Lleva una vida tranquila, sin prisas, con todo el tiempo del mundo para disfrutar de un largo paseo por el campo buscando espárragos y de una animada conversación con un paisano. Por las tardes, procura no faltar a su cita con los amigos y compartir con ellos unas partidas de cartas o de dominó. No se arrepiente de haber regresado, pero reconoce que lo que tiene en Lopera no lo podía disfrutar en Alemania, y también al contrario.

 

PEDRO NO PUEDE EVITAR EMOCIONARSE cuando habla de sus tres hijos y de sus nietos. Es lo que más echa de menos. Dos de ellos viven en Alemania, mientras que otro, que se casó con una loperana, reside en Elche, Alicante, por lo que se encuentra lejos de los tres. Dice con voz emocionada que tanto para él como para su mujer, Teresa Garrido —ambos en la fotografía sobre estas líneas—, es la principal pena no poder ver crecer a sus nietos cada día, como les habría gustado.

 

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