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José Luis Pantoja Vallejo

Vinculaciones entre la Villa de Lopera y la Ciudad de Arjona.

Vinculaciones entre la Villa de Lopera y la Ciudad de Arjona.

Por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera

Conferencia pronunciada por José Luis Pantoja Vallejo - Cronista Oficial de la Villa de Lopera en el marco de la lectura y entrega de premios del  XXI Certamen Literario Alvarez Tendero de la Ciudad de Arjona. La misma tuvo lugar en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Arjona.

Sr. Alcalde, miembros de la Comisión Organizadora del XXI Certamen Literario Álvarez Tendero, premiados, autoridades, queridos amigos todos, buenas tardes. El día 10 de julio me hallaba envuelto en viejos legajos del Archivo Histórico Municipal de Lopera, cuando recibí la llamada de nuestro querido Benito Presa, invitándome a dar una conferencia en el marco de  los actos de lectura del fallo del jurado, de los textos galardonados y entrega de premios a los ganadores del Vigésimo Primer Certamen Literario Álvarez Tendero. Quedé un poco perplejo al haber sido elegida mi humilde persona para dicho evento. Enseguida reaccioné y le dije que de acuerdo, pero que por la prontitud de la decisión aún no sabía el tema que podría abordar. Rápidamente y casi por inspiración divina me vino a la cabeza una idea, que a la postre sería definitiva, la de poder centrar mi conferencia y su desarrollo sobre las “Vinculaciones entre la noble villa de Lopera y la ciudad de Arjona” que, por otra parte, me parecían muchas dado la cantidad de lazos tanto familiares, como afectivos, económicos, deportivos y culturales que unen a ambas localidades.

         Llegados a este punto he de comenzar esta historia que he hilvanado, más con el corazón que con la cabeza, agradeciendo la invitación a la organización de este prestigioso certamen literario de ámbito nacional, en memoria de D. Manuel Álvarez Tendero. Un certamen que ha sabido mantenerse en el tiempo, extendiendo su nombre y fama por muchos rincones de nuestra geografía e incluso traspasando fronteras hasta llegar a tierras de Iberoamérica dando con ello una oportunidad a los jóvenes escritores que se abren camino en esta creciente lengua de Cervantes. Por tanto, puedo decir con satisfacción que el Certamen Álvarez Tendero ocupa hoy un lugar privilegiado dentro de los eventos de su tipo en la provincia y  por tanto es un honor el poder estar aquí hoy con todos vosotros.

 

En Arjona son los Santos

En Porcuna, San Benito

En Arjonilla San Roque

Y en Lopera son los Cristos. 

Quisiera, si ustedes me lo permiten, comenzar con esta coplilla popular que mi abuelo me cantaba, haciendo un pequeño homenaje a mis antepasados arjoneros, pues no en vano por mis venas corre sangre arjonera, ya que mi bisabuelo Benito Vallejo Madero de profesión esquilador era natural de esta noble ciudad. A mediados del siglo XIX, se casó con una aldeana Francisca Elena Ube y  la familia se instaló en Lopera, donde montaron casa y allí dejaron su simiente y su buen hacer heredada esta vieja tradición de una larga estirpe de esquiladores procedentes del alto Aragón, que se instalaron en primera instancia en Arjona a principios del siglo XIX. Mi abuelo Benito Vallejo Elena, continuó con la profesión de esquilador en Lopera y heredó de su padre la pasión por los galgos, sobre esta afición les diré que fue un excelente criador de galgos, resultando especialmente destacables sus perros “huracán” y “fliper”, descendientes del muy galardonado “Rifle”, cuyo dueño era D. Joaquín Rodríguez Muñoz–Cobo, los cuales marcaron época.  Del acervo familiar también he recopilado la vaya que le decían a los de Arjona por los vecinos de otros pueblos de la comarca y antes de su lectura,  pido disculpas a esta audiencia:

¿Eres de Arjona?

De Arjona ero.

¿Sabes bailar?

Bailar sepo

Echa una bailará

Larán, Larán… 

Dando un salto en el tiempo, éste que les habla comenzó a estudiar historia a finales de los 80 en Jaén y a raíz de una de mis incursiones en la biblioteca publica municipal, descubrí el que para mi ha sido la persona que me incitó a investigar, nuestro admirado y querido D. Basilio Martínez Ramos. Y todo fue porque ojeando los boletines del Instituto de Estudios Giennenses hallé el primer trabajo de historia dedicado a Lopera, lo firmaba D. Basilio en el año 1956, lo dedicaba a la Iglesia de la Inmaculada Concepción y por más que busqué, no encontré más publicaciones dedicadas a mi pueblo. Aquello me produjo tristeza, pero a la misma vez me animó a emprender  una cruzada en pos de recuperar la historia y el pasado más remoto de mi pueblo y para ello me basé en el escrito de D. Basilio y trabajé en los antepasados del Duque de la Torre. Pues en Lopera tenían los Serrano su casa solariega (que hoy sigue dando el nombre a la calle) y en el Libro número 8 de bautismos y más concretamente en el folio 122 vto. de la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción de Lopera se encuentra la partida de Bautismo del padre del Primer Duque de la Torre, D. Francisco Serrano Cuenca, hijo legitimo de D. Francisco Serrano Bueno y Dª Antonia de Cuenca y Lara, ambos naturales de Lopera. Todo la historia de la Familia Serrano de Arjona la trabajó D. Basilio y hoy su familia la guarda celosamente y entre ellos uno de sus sobrinos, el loperano D. Francisco Javier de Torres Ramos, (un recuerdo entrañable a su madre Dª Concha y su tía Dª Paz Ramos, arjoneras que vivieron en Lopera). Por más que buscando en nuestro archivo municipal, no he hallado ninguna referencia relativa al Duque de la Torre. Sin  embargo, sí se conserva un documento de gran valía, cual es, las Reales Ordenanzas para la Cría de Ganado Caballar del año 1562 que uno de sus capítulos recogen las dedicadas a Arjona y que ahora hace 10 años di a conocer  en vuestro programa de Fiestasantos 97.  Hace unos años el destinó jugó a mi favor, pues cayó en mis manos unos escritos de puño y letra de D. Basilio, los cuales guardo celosamente y  hoy me gustaría dárselos a conocer. Tratan de un cuento andaluz bajo el título de “No hay mejor sordo…”, otro de un suceso que ocurrió en la Ermita de Jesús al que fuera párroco de Lopera D. Manuel Casado Vallejo y que con una extraordinaria pluma recogió D. Basilio cuando era Capellán de las Hermanas de la Cruz de Lopera, año 1928 y que lleva por título “Misa sin campanilla” y que me fue proporcionado por un sobrino suyo, el loperano D. Manuel De Torres Ramos, una oración dedicada a Patrona de Arjona, la Virgen de los Dolores que, este año, cumple el 250 Aniversario. Otra composición a la Romería de Alharilla y a la mayordomita del año 1941, Maria Luisa Ruano Ruiz de Mozos. Y por último unas cartas inéditas que escribió D. Basilio en 1933 a Dª Elisa Alcalá Marín, una loperana con grandes dotes de sensibilidad, de hecho fue la primera mujer que obtuvo las oposiciones a telegrafista en la provincia, aunque su familia nunca le dejó ejercer; también en su haber hay que destacar la fundación del Grupo de teatro “Cuadro Artístico de Lopera” de la que era su directora y en la cual le echaba una mano D. Basilio. Las cartas son una joya ya que están escritas en verso y destaca a mi juicio la fechada el 26 de agosto del año 1933, en plena II República, puesto que relata pormenorizadamente como trascurrieron las fiestasantos en Arjona en aquel año. Si ustedes me lo permiten me gustaría leerles alguno de estos escritos: 

MISA SIN CAMPANILLA

 Sucedió, hace ya años

en Lopera, cierto día

en la iglesia de Jesús

estando diciendo misa

un cura de la parroquia;

y de mónago servía

un chaval de siete años;

tan listo como una avispa,

sobrino del sacristán

que “el Nonico” le decían.

El caso fue que aquel día

fue mandado por el cura

para que tocara a misa

y le fuera preparado

 todo lo que el sabía

muy bien, que era preciso:

El misal, la campanilla,

las vinagreras, el agua

y las velas encendidas.

Cuando llegó el señor cura,

le recibió muy atento

el travieso monaguillo,

se le acercó zalamero

diciéndole: don Manuel

todo a punto ya lo tengo

y puede empezar la Misa.

Vístase mientras enciendo

las velas, y yo enseguida

le ayudaré en un momento.

Comenzó la Santa Misa

y el mónago muy atento

fue contestando con gracia

y también, con gran esfuerzo,

mudó el misal, y después

fue ofreciendo muy atento

las vinagreras, el vino

y el lavabo con acierto.

Pero después el notó

que el cura estaba leyendo

el Prefacio y se dio cuenta

que en aquel fatal momento

no veía la campanilla,

no se encontraba allí dentro.

¡Donde estará Dios mío¡

por aquí yo no la veo.

y el Cura seguía el Prefacio,

el chico temía el momento

de que llegara al final;

Y por aquel desconcierto

no sabía lo que hacer.

El Cura iba ya diciendo

al fin: Sanctus, Sanctus, Sanctus…

y el azarado muñeco

sin tocar la campanilla. 

El Cura dice muy serio

y apremiante ¡toca niño¡

y el mónago tan sereno

se volvió hacia los fieles

con desparpajo y sin miedo

¡tilín!, ¡tilín!, ¡tilín¡ canta

con mucha gracia y salero

¡Madre mía la que se armó!

Los fieles con gran estruendo

con tremendas carcajadas

celebraban tan contentos

la gracia del monaguillo.

Y hasta el Cura, largo tiempo

hubo de estar –me decía-

esperando el gran momento

de poder continuar

la Misa con gran silencio.

Como dije, no es historia

fingida, ni sólo cuento

sino historia verdadera

¿Verdad, que parece cuentoo

invento de un andaluz

por su gracia y gran sabor? 

No puedo, ni tampoco debo olvidar a otro arjonero que también me inculcó el amor por la historia, cual fue el párroco de Lopera durante 25 años, D. Joaquín Parras González que dejó una profunda huella en la villa de Lopera (con la emisora y la tómbola parroquial). Ni las temporadas y los veranos que pasaba en su cortijo del Saetal en el término de Lopera otro arjonero ilustre D. Cecilio Barberán Barberán, el cual fue un asiduo colaborador con sus escritos en los programas de feria de “Los Cristos” durante las décadas de los años 50,60 y 70 del siglo XX. Posteriormente, su hijo Juan Barberán Ruano “El Gran Maestre”, junto a otros arjoneros de la Agrupación “Los Nazaritas” como Santiago Morales Lopis “Guin”, Ramón Molina Juárez, Eufrasio Martínez Valero, Paco Sola, Juan Aguayo, Sebastián Figueras,  Paco Izquierdo (que llegó a pintar un mural en las paredes del cortijo del Saetal utilizando únicamente las tierras naturales de dicha finca) y los loperanos Francisco Cantero Luque “Valí de Lopera” (pintor por antonomasia de Lopera, que obtuvo el Gran Premio Alhambra, otorgado por la Agrupación los Nazaritas en 1958), Francisco Valenzuela Haro, Carlos Cortés de la Vega, Carlos Barberán Valcárcel, Francisco Teruel Alcalá, Manuel González Rubiño, Adolfo Ortega Mazuecos, junto a sus correspondientes esposas fundaron a finales de los 70 del siglo XX “La Gran Orden del Salmorejo”, que se celebraba cada año a finales de agosto en el rulo que aún conserva el cortijo del Saetal, de la cual conservo una de las citaciones que para dicho evento se confeccionaban y que eran de lo más ingeniosas. Estas reuniones culturales-gastronómicas entre arjoneros y loperanos se llevaron a cabo durante 5 años. Hoy los herederos de Juan Barberán, están haciendo lo posible para recuperar estas veladas entre arjoneros y loperanos.  El vecindaje entre Arjona y Lopera es tan evidente y tan extenso, como que ambos términos municipales son fronterizos en una largísima extensión de terreno, dándose la circunstancia de que históricamente los mejores viñedos que dieron fama y fortuna a los excelentes caldos que hicieron famosa a Lopera en toda Andalucía se cultivaron y se siguen cultivando en el término de Arjona. Por lo tanto he dejado para el final, como si de un banquete se tratara, la vinculación que une a Arjona y Lopera cual es la cultura del vino, ese líquido que hizo suspirar a lo dioses y que tiene sus raíces en los pagos arjoneros de “las Cuarenta”, “Las Niñas Muertas” “Monteviejo” y que tras la vendimia son transformados en los lagares loperanos en unos excelente caldos que han dado justo renombre a Lopera en el mundo de la viticultura. Me quedo en primera instancia y paso a analizar los topónimos que dan nombre a los pagos de viñas. El primero “Monteviejo” lugar sin dudas donde se libró la encarnizada batalla de Lopera, aquí se encontraban las plantaciones más antiguas de viñedos de la variedad Pedro Ximénez y sirvieron para que la Peña La Sociedad, una peña de vinateros de Lopera bautizaran en el año 1923 al primer vino de Lopera con el nombre de Fino Monteviejo. El segundo topónimo hace mención a “Las Cuarenta”, plantación de viñedo que curiosamente se llevaron a cabo en los años 40 del siglo XX y que hacen mención su nombre a la extensión de las mismas, en torno a las 40 fanegas de viñedo, en ellas aún emerge el último de los miradores, todo un símbolo arquitectónico en el que se instalaba el guarda de la viña para otear y vigilar los posibles hurtos de uvas y para la historia ha quedado aquel dicho referido a un viejo guarda verde que decía a las mozas: “muchachas si uvas me queréis robar, antes me tenéis que calentar”. Por último el topónimo quizás más triste y desalentador “Las niñas muertas”, según me cuentan los viñeros más viejos el nombre fue tomado a raíz de que una mañana cuando un grupo de loperanos se dirigían a las labores agrícolas en el mencionado pago encontraron como yacían muertas junto al tronco retorcido de un viejo olivo dos niñas recién nacidas, a las cuales allí mismo dieron sepultura.Bueno no quisiera finalizar con tristeza y para ello me van a permitir que les relate algunos de los escritos que se llegaron a rotular en las viejas botas se roble americano en distintas bodegas de Lopera, pues Lopera se conoció en los años 70 del pasado siglo como el pequeño Jerez, pues no en vano llegaron a funcionar un total de 10 bodegas.  En cierta ocasión y con motivo de las Fiestas de los Cristos visitó Lopera en plena II Republica el que fuera Gobernador Civil de Jaén, Ramón Fernández Matos, el cual llegó a rotular en una bota de las bodegas Valenzuela la siguiente inscripción:

“La desgracia del Diluvio Universalfue que lo que cayó fue agua, que si llega a ser vino” 

Otra inscripción muy curiosa fue la que hicieron en los años 60 del siglo XX, un grupo de mexicanos, en su visita a las Bodegas Sotomayor, la cual decía así:        

“Cuando la aguas destrozan los caminos        

que harán los vinos con nuestros intestinos” 

Los famosos de la época también visitaron las Bodegas Sotomayor, en los años de máximo esplendor de la Copla, la loperana, Águeda Ruiz Luque “Rocío de Lopera” visitó la tercia baja y rotuló en una de sus botas la siguiente inscripción:

“Aunque vaya a la Lunaa Marte,

a Venus o al Sol

no hay mejor cosa en el mundo

que el vino Sotomayor”

 En las Bodegas de la Purísima Concepción, propiedad de Juan Criado Martínez, había una inscripción muy ocurrente, que servía de eslogan para la venta de estos vinos, la cual decía así: 

“Tengan en cuenta señores

que el que bebe de este vino

el mejor de los mejores

no se va con Tomás del Pino” (Tomás era el enterrador municipal).  Gracias por su atención. Hasta siempre.

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